La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1556
Capítulo 1556:
El conductor volvió a abrir la puerta, haciendo que la nuez de Adán de Leonel se moviera nerviosamente. Deseaba pronunciar más palabras, pero Alexis ya se había dado la vuelta y había entrado en el coche, sin dejarle ninguna oportunidad. En un abrir y cerrar de ojos, el conductor cerró la puerta, atrapando el resto de las palabras de Leonel dentro de su boca, perdidas por el viento.
Al reconocer a Leonel, el conductor esbozó una sonrisa de disculpa y se dirigió apresuradamente a la parte delantera del coche, entró y se marchó. Leonel se quedó de pie bajo el viento frío y cortante, y cada ráfaga le hizo toser incontrolablemente durante un momento.
Un respetable hombre de mediana edad salió del club vecino y, al ver a Leonel, le agarró cariñosamente del hombro. «He oído que estabas aquí pero no te encontraba dentro, así que he salido a buscarte. ¿Qué cautivadora visión te ha retenido aquí?».
Leonel esbozó una leve sonrisa. «No es eso. Sólo me encontré con alguien que conozco».
Curioso, el hombre preguntó: «¿Quién podría hacerte demorarte así?».
En un tono apagado, Leonel murmuró: «Mi ex mujer».
El ambiente se volvió incómodo. El hombre tardó un rato en recuperar la compostura y esbozó una sonrisa vacilante.
«Ah, la señorita Fowler, ¿verdad? ¿Estaba cenando al lado? El restaurante italiano de allí sirve una pasta fantástica».
Leonel esbozó una leve sonrisa. Su fracaso matrimonial no era ningún secreto. A pesar de estar en un club, nadie se atrevía a buscarle una compañera.
En Duefron, era de dominio público que Leonel atravesaba una mala racha.
Al cabo de una hora, Leonel se marchó solo. Los pensamientos sobre su encuentro con Alexis rondaban su mente, impulsándole a dirigirse impulsivamente hacia la residencia de los Fowler. El lugar resplandecía con luces brillantes contra el cielo nocturno.
Sentado en su coche aparcado frente a la puerta, Leonel se sentó en silencio, fumando y tosiendo de vez en cuando. En esta ciudad residían tanto él como Alexis, pero vivían como si fueran mundos separados.
Aunque se conocían desde niños y eran novios desde la infancia, ahora se relacionaban como si fueran extraños.
Leonel mantenía una presencia distante en la vida de Alexis, apenas implicado más allá de recoger y dejar a los niños en el colegio. No volvió a poner un pie en la residencia de los Fowler, fiel a su palabra. Leonel se había comprometido a conceder la libertad a Alexis.
A veces mantenía las distancias, pero de vez en cuando la veía por la ciudad. Tal vez sus esfuerzos por no entrometerse en la vida de Alexis habían suavizado la actitud de ella hacia él, aunque no mostraba ningún deseo de reconciliarse.
Y a veces Leonel encontraba paz en esa constatación. A ella y a los niños les iba bien, con un nuevo miembro en camino.
Leonel se aferraba a una nueva esperanza. Decidió dejar de fumar y de beber. Aunque dudaba de una reconciliación con Alexis, seguía empeñado en ver crecer a sus hijos.
La noche de Navidad, la familia Fowler se reunió con Edwin, su esposa y Olivia. Recién llegada del extranjero, Olivia trabajaba ahora en una agencia de cómics, habiéndose establecido un poco en Duefron.
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