Capítulo 1532:

Cuando Alexis se levantó lentamente, la mano de Leonel se deslizó desde su hombro, para extenderse de nuevo hacia ella. El sol poniente los bañaba en un resplandor cautivador a través del cristal, pero Alexis no podía deshacerse de la sensación de su intensidad. Bajó la mirada y entrelazó delicadamente sus dedos con los de él mientras Leonel le estrechaba la mano con firmeza.

Aunque era una noche cualquiera de noviembre, todavía había bastante gente. En la entrada de la villa había una elegante limusina negra.

Alexis la reconoció como un vehículo blindado personalizado y no pudo evitar bromear sarcásticamente: «¿Desde cuándo eres tan precavido? ¿Has hecho algo que te haga temer por tu vida?».

Un guardaespaldas vestido de negro abrió la puerta del coche. Leonel guió a Evelyn al interior del coche, advirtiéndole: «Cuidado con la cabeza al entrar».

Obedientemente, Evelyn subió al coche, animada por la rara oportunidad de aventurarse a salir. Cuando Evelyn se hubo instalado, Leonel dirigió su atención a Alexis. «No le tengo miedo a la muerte. Es sólo que tenemos dos hijos y no me has perdonado», confesó.

Alexis se quedó muda ante su mirada sincera. Al inclinarse para entrar en el coche, Leonel la agarró suavemente por la cintura. Aunque Alexis se tensó, permaneció en silencio, acomodándose en su asiento. Cuando Leonel estuvo dentro, el guardaespaldas cerró la puerta.

La lujosa limusina ofrecía un amplio confort y Evelyn charló alegremente durante todo el trayecto. Mientras tanto, la mente de Alexis se consumía en sus pensamientos.

Acarició suavemente la cabeza de Evelyn. Ajena a los conflictos de los adultos, Evelyn miraba por la ventanilla. El paisaje de Geveland era muy diferente al de Duefron.

Leonel también observó a Evelyn. Al cabo de un rato, se volvió hacia Alexis y le dijo en voz baja: «Evelyn parece muy contenta, Alexis… Tú también quieres que su felicidad dure para siempre, ¿verdad?».

A Alexis le dio un vuelco el corazón. Ella se encontró con la mirada de Leonel, pero él permaneció en silencio después de ese comentario.

Leonel los acompañó a una reunión de élites locales, donde también había niños, lo que indicaba su elevado estatus. A su llegada, un camarero se acercó a Leonel con deferencia, informándole: «Señor, el anfitrión ha estado esperando ansiosamente su presencia».

Leonel sonrió en señal de reconocimiento.

Alexis se sorprendió. Conocedora de la expansión del imperio empresarial de Leonel, seguía asombrada por la opulencia de la finca. Su propietario, uno de los cinco individuos más ricos del mundo, era toda una revelación. No se había dado cuenta de que Leonel tuviera contactos tan influyentes.

En silencio, Alexis sirvió un vaso de zumo a Evelyn, guardándose sus pensamientos.

Evelyn tomó un pequeño sorbo y exclamó: «¡Está dulce!».

Alexis acarició suavemente el rostro de Evelyn antes de mirar a Leonel. Le indicó: «Lleva a Evelyn a comer algo. Subiré a hablar un rato y me reuniré con vosotros pronto».

Alexis asintió.

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