Capítulo 1507:

Pero Leonel no respondió. En cambio, arrastró el árbol junto a su coche.

Luego sacó dos montones de billetes de cien dólares junto con dos cartones de cigarrillos y se los entregó al jardinero. El jardinero lo cogió todo en silencio antes de apresurarse a coger una cuerda para ayudar a Leonel a atar el árbol.

Así fue como el arce fue trasladado a la villa donde vivía Leonel.

Como el árbol estaba muy dañado y casi muerto, Leonel tuvo que contratar a un experto para que lo devolviera a la normalidad. Después de más de medio mes, el árbol por fin se recuperó.

Un fin de semana, Leonel llamó a la mansión Fowler con antelación, pidiendo que le dejaran recoger a los niños para que pudieran pasar algún tiempo con él.

Fue Waylen quien contestó al teléfono cuando llamó.

Después de escuchar lo que Leonel tenía que decir, pensó un rato antes de decir: «De acuerdo. Pero tenemos previsto celebrar una cena de reunión familiar esta noche. Asegúrate de devolverlos antes de la hora de la cena».

«De acuerdo, papá, lo haré», prometió Leonel.

Hubo un largo silencio antes de que Waylen respondiera en tono suave: «No me llames más así».

Los dedos de Leonel agarraron el teléfono aún más fuerte, tanto que sus nudillos se pusieron blancos. Aun así, forzó una sonrisa y dijo: «Ya veo… Sr. Fowler».

Ahora que había conseguido el permiso de Waylen para ver a los niños, Leonel preparó inmediatamente algunos regalos. Esta vez, cuando llegó a la puerta de la mansión Fowler, los guardias lo dejaron entrar. Tal vez Waylen les había informado con antelación de su llegada.

Tras aparcar el coche, Leonel salió y se dirigió al vestíbulo con sus regalos.

Waylen estaba leyendo un libro, y cuando oyó los pasos que se acercaban, levantó la vista y dijo con ligereza: «Oh, ahí estás».

Observó cómo Leonel dejaba los regalos antes de añadir en un tono más frío: «No hacía falta que trajeras regalos, ya que sólo has venido a recoger a los niños. Asegúrate de cuidarlos. Ahora los llamaré para que bajen».

Esto hizo que Leonel se sintiera avergonzado.

Sabía que Waylen no sólo no lo aceptaba como yerno, sino que ya no lo quería como hijo. Si no fuera por Evelyn y Daniel, a Leonel no se le habría permitido pisar la mansión Fowler por el resto de su vida.

En ese momento, Evelyn y Daniel habían bajado las escaleras.

Arrastraban los pies, se mostraban muy reacios.

Fue en ese momento cuando Leonel se dio cuenta de que hacía casi medio año que no se acercaba a los chicos. Con razón estaban distanciados de él.

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