La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1472
Capítulo 1472:
Con un movimiento sereno, Alexis hizo una señal y, en un movimiento fluido, la habitación quedó asegurada, la puerta echó el cerrojo. Un formidable guardia volvió a empujar a Anika contra el sofá, sin dejarle espacio para forcejear.
Alexis evitó la pantalla de bloqueo de Anika con facilidad, utilizando su huella dactilar. La galería del teléfono mostraba momentos íntimos grabados en vídeo: Leonel y Anika entrelazados en un ferviente abrazo, con clips posteriores que mostraban el aire despreocupado de Leonel mientras Anika le ofrecía zumo, una apariencia de normalidad en sus interacciones.
El vídeo duraba más de media hora y mostraba el retrato de dos personas enredadas en una relación afectiva.
Después de ver las escenas durante un cuarto de hora, el interés de Alexis disminuyó. Envió el vídeo a su dispositivo y le devolvió el teléfono a Anika, con voz carente de calidez. «Atesora este recuerdo».
Anika, ocultando sus emociones tras una sonrisa gélida, se burló: «¿Te duele verlo? Él es mío. Cualquier otro es sólo un espectáculo secundario».
El guardia, rápido para disciplinar, descargó un fuerte reproche en la mejilla de Anika, reprendiendo su arrogancia.
Alexis mantuvo un tono de fingida corrección. «Recordemos nuestros modales».
Entre lágrimas de frustración, Anika replicó: «Ahórrate tu falsa simpatía».
Fue entonces cuando Alexis se fijó en un abrigo caído sobre el reposabrazos: un abrigo confeccionado por los renombrados artesanos de Ypsila, un lujo que sólo la élite podía presumir. Era una pieza emblemática del guardarropa de Leonel.
Dejado aquí, en este espacio, era un testamento silencioso de su frecuente presencia, un crudo recordatorio de sus afectos divididos.
Alexis sacó una cajita de terciopelo de entre los pliegues del abrigo.
Dentro había un collar con las iniciales de Alexis grabadas en el metal.
Las facciones de Anika se torcieron en una mueca de desprecio mientras se burlaba: «Esta prenda, destinada a ti, fue elegida durante un viaje con el señor Douglas a Hondrau. Imagínate, ¡tu nombre en ella! Qué extraño es el destino».
Su voz estaba impregnada de amargo orgullo.
«Fui yo quien le ayudó a seleccionarlo, a pesar de que era tu sorpresa prevista. Aquella noche, mientras estallaban los fuegos artificiales, estuvo a punto de besarme. Vosotros dos fuisteis el primer romance del otro, ¿verdad? Me pareció que aquella noche recuperó una sensación perdida hacía mucho tiempo».
Una punzada de dolor atravesó a Alexis, pero enmascaró su angustia con un exterior anodino. «Su afecto del pasado está enterrado».
La reacción de Anika fue un silencio de sorpresa.
Soltando una cortante inclinación de cabeza al guardia, Alexis se acercó a Anika, su voz un murmullo de indiferencia.
«Señorita Cohen, tanto si se dirige a usted como si no, sus ojos acabarán por desviarse a otra parte. Usted no tiene ninguna importancia y, de hecho, no le guardo ningún rencor».
La incredulidad de Anika era palpable. «¿Cómo puedes no sentir rencor hacia mí?». Cuestionó la posibilidad, el concepto extraño e improbable a sus ojos.
Alexis esbozó una tenue sonrisa, optando por no ahondar en explicaciones con Anika. En su mente, Anika nunca comprendería la profundidad de la ruptura entre ella y Leonel. Para Leonel, Anika no era más que una figura fugaz.
El concepto de Leonel, sin ataduras matrimoniales, pero permaneciendo leal a una, parecía inverosímil.
Con eso, Alexis se marchó.
Al instalarse en el coche, el guardaespaldas le preguntó si necesitaba ayuda para conducir. Ella se reclinó brevemente, señalando su autonomía con un simple: «No hace falta».
Su siguiente parada fue el despacho de abogados, donde reprodujo el vídeo incriminatorio y redactó las acusaciones. Entregó el dossier a su secretaria con instrucciones claras. «Rex es nuestro mejor abogado de divorcios. Confíale esto a él. Quiero un divorcio rápido».
La secretaria, con los labios temblorosos, se dirigió a ella con preocupación. «¿Señorita Fowler?»
Alexis conjuró una apariencia de tranquilidad. «No soy tan fácil de derrocar».
Tras esta fachada de resiliencia, Alexis sintió que su energía se agotaba.
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