Capítulo 1461:

¿O realmente sentía algo por Anika?

Después de quedarse boquiabierta un rato, Noreen preguntó con cautela: «¿Necesita ayuda, señor Douglas?».

Subió al coche como Leonel le pidió. Entonces, oyó que Leonel le decía al conductor: «Lleve a la señorita Cohen a casa».

Sorprendida y un poco halagada, Anika le dio su dirección en voz baja, llena de expectación…

Conteniendo su enfado, el conductor pisó el acelerador.

Mientras tanto, Noreen tampoco dijo nada más y se sentó en el asiento del copiloto en silencio.

No sabía qué decir.

Volvió a llover a cántaros, llenando el coche de un pesado silencio.

Anika tembló de frío nada más entrar. Al cabo de un rato, incapaz de soportarlo, se acercó a Leonel con la esperanza de entrar en calor.

Leonel captó su movimiento y la miró.

Su mirada era intensa y carente de toda emoción. Asustada por su mirada, Anika se quedó inmóvil, sin atreverse a hacer otro movimiento.

Media hora más tarde, el coche se detuvo en la puerta del complejo de apartamentos de Anika. La voz del conductor sonaba sombría. «Ya hemos llegado».

Dentro del coche, la tensión flotaba en el aire.

Siendo inteligente, Anika sabía que su atractivo residía sobre todo en su juventud y su aspecto.

Armándose de valor, preguntó en voz baja: «¿Le apetece un café arriba, Sr. Douglas?».

En todo momento, Leonel mantuvo su actitud caballerosa.

Si no tuviera intenciones, no se molestaría en acompañar personalmente a casa a una mujer joven y atractiva.

Para su sorpresa, Leonel se sacudió un poco de polvo imaginario de los pantalones, y luego respondió despreocupadamente: «¡No, gracias!».

Anika no pudo evitar sentir una punzada de decepción.

Supuso que Leonel no encontraba consuelo en su mujer, y que hoy su comportamiento se había suavizado de repente. Así que, naturalmente, supuso que quería algo más íntimo con ella. En realidad era bastante común que tipos poderosos como él se alejaran, ¿verdad?

Justo cuando Anika empezaba a sentirse un poco incómoda, Leonel volvió a intervenir.

Volviéndose hacia ella, le preguntó: «¿Sabes hablar francés?».

«Sí, sé francés, pero sólo lo básico», se apresuró a responder Anika.

Leonel la miró en silencio durante unos instantes. Luego asintió con la cabeza y encendió otro cigarrillo. El coche se llenó de humo, pero nadie se atrevió a decir nada para no molestar al jefe.

Después de dar media calada, Leonel continuó con indiferencia: «Mañana tengo una cena con un cliente de Francia. Prepárate. Te vienes conmigo».

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