La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1447
Capítulo 1447:
En un día tan supuestamente alegre, decidió sacar a relucir los problemas pasados de su matrimonio. Alexis pretendía salvar su relación, pero él tuvo el descaro de faltarle al respeto a Calvin e involucrar a otra mujer en la mezcla por motivos propios.
¿Era éste el tipo de matrimonio que ella había imaginado?
Probablemente su relación ya no tenía arreglo.
Nunca le había dirigido palabras tan duras. Sin embargo, esta noche, impulsado por el alcohol, las soltó todas… Ella bajó lentamente la mano, con el rostro marcado por la decepción.
La habitación estaba en penumbra a pesar de la luz brillante.
Alexis se frotó los ojos doloridos y declaró: «Te juro que no me acosté con Calvin, Leonel. Ni una sola vez. Lo creas o no, ¡no volveré a repetirlo!».
No se sentía obligada a dar explicaciones; no había hecho nada malo.
Los puños de Leonel se apretaron al pronunciar cada palabra. «Yo tampoco, con Anika».
Alexis no pudo evitar sonreír ante sus palabras.
Las lágrimas brotaron de sus ojos mientras miraba a Leonel. «¿Tú y ella? Leonel… ¿De verdad crees que me importa esa mujer? Calvin estuvo a mi lado cuando nació Evelyn. Era como de la familia. ¡¿Cómo puedes compararlo con Anika, una mujer que simplemente no podía esperar a saltar a tu cama?!»
El tono de Leonel era gélido. «¿Realmente importa?»
Avanzó hacia ella, inmovilizándola contra la cama. «Ya ni siquiera te importo. ¿Acaso deseas secretamente que te engañe para divorciarte de mí? ¿Sólo estás molesta porque mencioné a Calvin? Pero Alexis, hace tres años que se fue. ¿No deberías seguir adelante?»
Alexis luchó contra el agarre de Leonel, sus muñecas se pusieron azules. Él sólo apretó su agarre, besándola ferozmente en su rabia.
«¡Recuerda, me perteneces, Alexis! Eres la señora Douglas, y eso es todo lo que nadie necesita saber. ¿Entendido? Alexis no pudo soltarse. Volvió la cara, furiosa. «No soy de tu propiedad, Leonel. Nadie es mi dueño, ni siquiera tú».
«¿Ah, sí?»
La sonrisa de Leonel se encontró con una mirada igualmente desafiante de Alexis.
Ninguno de los dos se echaba atrás.
Con mirada decidida, Alexis vio cómo Leonel le bajaba la cremallera del vestido.
Se defendió gritando: «¡Para! ¡¿Te das cuenta de lo que estás haciendo?!».
Se burló. «¡Claro que sí! Sólo quiero estar con mi mujer».
Alexis, temblando de rabia, le espetó: «¡Imbécil!».
Había una sonrisa cruel en los labios de Leonel, mezclada con excitación.
Inclinándose hacia él, le susurró: «Relájate. Tarde o temprano te harás de rogar».
«¡Te arrepentirás, Leonel! Mi padre no te dejará escapar fácilmente».
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