Capítulo 1433:

Señor Douglas…

Leonel volvió en sí, contemplando a la despeinada mujer en sus brazos, volviendo lentamente en sí.

Con un fuerte empujón, la apartó.

Anika cayó al suelo, roja y humillada. Casi lo había conseguido.

Con años de experiencia en los negocios, Leonel supo leer sus intenciones.

Sin decir nada más, se enderezó, se serenó y comentó despreocupadamente: «Culpa mía, confundí la situación».

Cuando se disponía a marcharse, Anika se abalanzó sobre él, abrazándolo por detrás.

Mordiéndose el labio, le suplicó: «Tú también quieres esto, ¿verdad? ¿Por qué resistirse?»

Tras un momento de vacilación, Leonel la apartó con firmeza. «Soy un hombre casado».

Bajó las escaleras y llamó al chófer para que lo recogiera.

Al llegar, el chófer contempló la escena, demasiado aturdido para preguntar.

Leonel se sentó en el coche y cerró los ojos para respirar. Al percibir el aroma de un potente perfume, murmuró con los ojos cerrados: «Que esto quede entre nosotros, ¿vale? Ni una palabra a la Sra. Douglas».

El conductor se apresuró a aceptar.

En la oscuridad de la noche, el elegante Bentley negro entró sigilosamente en la villa.

Al salir, Leonel miró hacia arriba. La luz se filtraba desde el segundo piso, Alexis seguía levantado.

Despidió al conductor y se quedó en el patio, sacando un paquete de cigarrillos. Apagó uno y lo encendió, con la cabeza gacha.

¿Cómo iba a explicarle a Alexis el lío de esta noche?

Leonel no entró en la casa hasta que terminó un par de cigarrillos.

Después de que el olor del cigarrillo se desvaneció y las cigarras se callaron, finalmente entró en la villa. No había sirvientes a esa hora y el amplio vestíbulo estaba en silencio.

Con el alcohol en el cuerpo, Leonel subió las escaleras lentamente.

La luz estaba encendida en el dormitorio principal. Cuando empujó la puerta, Alexis estaba tumbada en el sofá, viendo la televisión. Llevaba una bata blanca que resaltaba su esbelta figura.

Levantó la vista al oír unos pasos. «¿Has salido a tomar algo?», preguntó.

Leonel no lo negó. «James lo organizó a última hora. Estaba ocupándose del papeleo, así que no le molesté», explicó.

Al oír esto, Alexis sonrió débilmente.

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