La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1325
Capítulo 1325:
Sin darse cuenta de que había entrado en el salón mientras estaba absorta en la conversación con Elsie, Jessie encontró a Albert ya allí, como había previsto.
Con un periódico en la mano, preguntó despreocupado: «¿Quién es el imbécil insufrible? ¿Te refieres a mí?».
Con una risita, Elsie subió las escaleras para llamar a Jeslyn.
Jessie y Albert se encontraron solos.
Incapaz de contener su frustración por más tiempo, Jessie se enfrentó a Albert. «¿Qué quieres de mí, Albert? ¿Por qué insistes en atacarme? Ya tengo una relación. ¿No puedes dejarme en paz? ¿O pretendes persistir hasta destruir mi vida?».
Albert se sorprendió por sus palabras.
Sin embargo, miró fijamente a Jessie, como si la estuviera estudiando.
Tras una breve pausa, hizo una mueca. «Parece que estás muy contenta con tu nuevo novio, ¿verdad? Es joven, prometedor y culto. Pero no he traspasado ningún límite, y mucho menos he intentado arruinarte la vida.
Si no querías ser la profesora de Jeslyn, podías haberlo rechazado desde el principio. Pero, ¿no fue tu novio quien tomó esa decisión por ti?».
De este modo, ninguno de los dos mostró voluntad de echarse atrás.
Al recordar el momento en que Axell besó a Jessie, Albert albergó un intenso deseo de destrozar al hombre.
Del mismo modo, Jessie perdió los nervios y exclamó: «Te digo que renuncio. Me niego a enseñar a tu hija».
A continuación, sacó un fajo de billetes de su bolso y se lo arrojó a Albert, provocándole una mueca de dolor. Con tono gélido, le ordenó: «¡Devuélvase el dinero! No vuelvas a aparecer ante mí».
Albert la miró con furia, pero Jessie no se inmutó.
Giró sobre sus talones y se dispuso a marcharse. De repente, oyó una voz lastimera que emanaba de la escalera. «¿Me odias, Jessie?»
Jessie se dio la vuelta, buscando el origen de la voz.
La villa estaba resplandeciente con luces impresionantes, realzando su belleza.
Jeslyn estaba de pie cerca de la escalera, vestida con un vestido blanco. Su pelo negro enmarcaba su rostro, acentuando su excepcional belleza.
Jeslyn miraba ansiosamente a Jessie, con la mano apoyada en el pasamanos.
La expresión en la cara de Jeslyn hizo que Jessie se sintiera como si la hubiera agraviado de alguna manera.
Sin embargo, ese no era el caso.
Jeslyn había sido bastante feroz anteriormente, incluso más que Kiana.
Jeslyn bajó las escaleras lentamente.
«No, quédate ahí», imploró Jessie, con la voz ligeramente tensa. Se recompuso e intentó explicarse: «He devuelto el dinero a tu padre. Ya no soy tu profesora».
Jeslyn permaneció inmóvil, con una expresión carente de emoción. «Sé que no le caigo bien a nadie. Papá siempre está ocupado con reuniones y trabajo. Sólo los criados se quedan conmigo».
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