Capítulo 1295:

Marcus se entretuvo brevemente antes de marcharse.

Al volver al dormitorio, Marcus se encontró con Melissa saliendo del baño. Se quedó inmóvil, con la mirada fija en la cama vacía, su expresión reflejaba sorpresa o curiosidad.

«¿Dónde está Kiana?»

«La llevé a la habitación de Matthew».

Marcus comentó despreocupado: «Es bueno que los niños estrechen lazos».

Melissa objetó: «Matthew todavía es muy joven. Dudo que sepa cuidar a un bebé. Yo traeré a Kiana».

Melissa se dirigió hacia la puerta, pero Marcus la detuvo.

Su imponente figura le obstruyó el paso mientras hablaba en voz baja: «Traeré a Kiana más tarde. Matthew la ha echado de menos estos últimos días. Esperemos a que se duerma».

Tras un momento de contemplación, Melissa cedió.

Se acercó a la cómoda y cogió algunos productos para el cuidado de la piel.

Marcus la siguió con la mirada, observando la loción dorada que se había aplicado. Cogió el frasco para examinarlo más de cerca.

Lo miró durante un rato antes de volver a colocarlo con cuidado en su posición original. Melissa se dedicaba a cuidar de los niños, pero también daba prioridad a mantener su propio bienestar. No era tan ingenua como para creer que el amor por sí solo podía mantener una relación.

Comprendía que la atracción física seguía desempeñando un papel importante en la dinámica entre marido y mujer.

Marcus sabía que si una mujer se volvía demasiado perezosa y descuidaba su aspecto, por mucho que su marido se preocupara por ella, la relación podría tener dificultades para soportar los retos a los que se enfrentara.

Además, Melissa apreciaba profundamente a Marcus y disfrutaba de la atracción que éste sentía por ella.

Su piel seguía siendo flexible.

Tras admirarla un momento, Marcus rodeó su esbelta cintura por detrás y susurró: «¿Has cambiado de marca? Tiene muy buena pinta. Tu piel está más suave y delicada que nunca».

Sus palabras y su tono tenían un matiz coqueto.

Además, el hecho de que se llevara a Kiana permitió a Melissa deducir sus intenciones. Sin embargo, en lugar de enfrentarse a él, se limitó a girar la cabeza y preguntar en voz baja: «Pareces bastante entendido en productos femeninos».

Marcus respondió con una suave sonrisa: «Tengo ojos y manos que pueden ver y sentir».

Con sus palabras, la acarició tiernamente.

Melissa no le rechazó y le dejó hacer lo que quisiera. Cuando él estuvo a punto de perder el control, ella le recordó suavemente: «Deberías ducharte primero».

Plantándole un beso en la nuca, Marcus murmuró: «Hagámoslo una vez primero».

Luego cogió un preservativo del cajón de la mesilla de noche.

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