Capítulo 1292:

Kiana giró la cara y el cuerpo, mostrando su adorable comportamiento cuando estaba en desacuerdo con los demás.

Melissa no pudo contener la risa. Se inclinó hacia su hija y le susurró: «Tu papá te adora».

A pesar de su corta edad, Kiana era capaz de hablar correctamente.

Haciendo un mohín, declaró: «Papá quiere más a mamá».

Durante un reciente despertar nocturno, Kiana vio cómo Marcus abrazaba tiernamente a Melissa. Melissa sollozaba y Marcus la consoló con palabras de afecto. Afirmó que la quería por encima de todo.

Kiana sospechaba que ella no era realmente la favorita de su padre.

Melissa no tenía ni idea de a qué venía eso, ya que no podía leer la mente de Kiana.

Sin embargo, Marcus ya lo había previsto.

El astuto y prometedor joven se acarició la barbilla, contemplando si había llegado el momento de que Kiana durmiera sola. Con la luz verde brillando por delante, Marcus pisó el acelerador.

Veinte minutos después, el coche entró en la villa.

Marcus se desabrochó el cinturón y se inclinó hacia delante para abrir la puerta a Melissa.

Durante los dos últimos años, su matrimonio había prosperado, y Marcus había demostrado ser excepcionalmente considerado. Melissa se dedicaba a cuidar de sus dos hijos en casa. Marcus rara vez participaba en actividades sociales y mantenía la moderación en las reuniones que no podía evitar.

Atendía con frecuencia a Matthew después del trabajo, y Kiana estaba igualmente apegada a Marcus.

Melissa había previsto la felicidad antes de casarse, pero no se había atrevido a imaginar que sería tan dichosa.

Cuando Marcus abrió la puerta del coche a Melissa, ella se volvió hacia él sin decir palabra, rozándole suavemente el brazo con la mano. En ese instante, sus ojos se abrieron de par en par.

Bajó la voz y murmuró: «Kiana me acaba de decir que soy el que más te quiere».

Melissa respondió suavemente: «A quien más quieres es a Kiana. Matthew a veces siente celos de ella».

«¿Sientes celos?»

En la penumbra, los ojos de Marcus brillaban con profundidad y claridad. A pesar de llevar dos años casada con él, Melissa seguía sin poder resistirse a su encanto. Susurró: «Kiana sigue en el coche. Será mejor que te controles».

Marcus se rió entre dientes. «Tendré que darte una lección esta noche».

Siempre habían estado sincronizados sexualmente. Melissa no pudo evitar sonrojarse ante su insinuación.

Cuando Melissa salió del coche, Marcus ya había levantado a Kiana de su asiento.

Con un vestido de flores, Kiana parecía adorable mientras se acurrucaba en el abrazo de Marcus, agarrando su medio trozo de pan. Las migas se esparcieron sobre Marcus, pero él no le prestó atención.

La villa estaba brillantemente iluminada.

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