La segunda oportunidad en el amor
Capítulo 1286

Capítulo 1286:

Tal vez Jessie perdurara en su mente pero se mantendría fiel a la mujer que convirtió en su esposa.

La educación de Daisy lo cegó. Además, ella definitivamente no tenía idea de la cámara del dormitorio que él había instalado.

Con serenidad, Albert abrió la puerta del dormitorio.

Efectivamente, Daisy y un hombre estaban teniendo sexo dentro.

La visión dejó atónito a Albert. Nunca había imaginado que su mujer estuviera tan guapa y seductora en la cama.

Mirando a la pareja entrelazada, Albert habló con calma. «Siento interrumpir. Estoy cogiendo algo de ropa. Continúa».

El amante de Daisy se asustó y se dispuso a salir corriendo.

Pero Daisy se aferró a él, lanzando a Albert una mirada desafiante. «Albert, ¿esto no despierta algo en ti?»

Dirigiéndose al camerino, Albert contestó despreocupadamente: «No. En todo caso, es desagradable».

Daisy estalló.

Empujando a su amante, lanzó una almohada a Albert. «¿Acaso eres un hombre? ¿Cómo puedes estar tranquilo con tu mujer y otro tío, en tu cama?».

La almohada golpeó a Albert, cayendo al suelo.

Él la recogió, colocándola de nuevo sobre la cama con una leve sonrisa. «¿Te has acordado siquiera de que eres mi mujer antes de hacer esto?».

Terminada la conversación, Albert se dirigió al vestidor para coger ropa limpia.

Cuando regresó, el joven había desaparecido.

Daisy se puso un pijama de seda y se arrodilló ante Albert con lágrimas en los ojos. «Albert, te quiero demasiado. No soporto que la veas. Te prometo que no habrá nadie más. Hagamos las cosas bien, por favor».

Albert la miró.

Aunque su frente aún brillaba por el sudor de la apasionada sesión anterior con otro hombre, ella le profesó su amor.

A pesar de su pasado como playboy, las palabras de Daisy le estremecieron.

No podía comprender su amor superficial y absurdo. ¿Acaso ella comprendía el concepto de límites y desvergüenza?

Albert intentó zafarse de ella sin éxito.

Al final, la empujó con fuerza.

Daisy se acurrucó en el suelo, llorando, suplicándole que se quedara.

.

.

.