La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1271
Capítulo 1271:
Así, Waylen tuvo que intervenir y pasar por alto el Grupo Fowler en Marcus, mientras que Rena hizo visitas a Marcus y ausencia, frecuente Melissa, de vez en cuando llevar suplementos para ellos. Encontraron una ayuda fiable en la gestión del hogar y el cuidado de los niños.
Al principio, Melissa preveía dificultades durante la ceguera temporal de Marcus, pero, para su asombro, recuperó totalmente la visión en menos de dos semanas.
Aquella noche, mientras la luna descendía lentamente, Melissa metió a los niños en la cama. Marcus se había quedado dormido en la mecedora. Al despertar, se encontró con una visión clara.
Incrédulo, extendió la mano y lo vio todo sorprendentemente nítido.
Relajado en su silla, Marcus sintió una abrumadora sensación de satisfacción. Unos pasos se acercaron a la puerta del dormitorio principal y su agudo oído captó las voces de Melissa y Minnie.
Minnie entró primero, ansiosa de cariño.
Marcus cogió a la peluda compañera y le acarició la barriga.
Volviendo su atención a la puerta, preguntó en voz baja: «¿Le has dado de comer?».
Melissa hizo una pausa y miró a Marcus antes de ponerse en cuclillas a su lado, acariciándole suavemente la rodilla. «¿Te encuentras mejor hoy? ¿Has mejorado la vista?»
Marcus miró al frente y negó lentamente con la cabeza.
Melissa lo estudió un momento antes de apoyar la cabeza en su regazo y susurrar suavemente: «Espero de verdad que recuperes pronto la vista».
Marcus inclinó la cabeza y le pasó los dedos por el pelo con ternura.
En un tono áspero, murmuró: «Acabo de despertarme de la siesta y estoy un poco sudoroso. ¿Podrías ayudarme con una ducha?».
Durante su periodo de ceguera, Melissa le había ayudado a bañarse y todo lo demás, así que accedió de buen grado a su petición. Con un movimiento de cabeza, respondió: «Iré a por el albornoz».
Sin embargo, cuando empezaba a levantarse, la agarró suavemente de la muñeca.
Con voz ronca, Marcus insistió: «¡No hace falta! Ya me las arreglaré cuando termine».
Melissa esbozó una leve sonrisa. «De acuerdo».
Todavía sentado en la silla, Marcus vio cómo ella se arrodillaba a su lado y le desabrochaba la ropa. Empezó por la camisa blanca, desabrochando hábilmente cada botón antes de aflojar la tela de la cintura.
Mientras trabajaba, comentó en voz baja: «No parece que hagas mucho ejercicio. ¿Cómo tienes abdominales? ¿No se supone que los oficinistas deben tener abdominales?».
Con un ligero toque, le rozó el abdomen.
A Marcus se le cortó la respiración. Miró a Melissa a los ojos, con la voz más ronca.
«Los abdominales se consiguen controlando la grasa corporal».
Melissa retiró la mano y siguió ayudándole con su atuendo.
Delgada y ágil, su tacto perduraba, intencionadamente o no.
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