La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1268
Capítulo 1268:
Entendió la deriva de Jessie e inquirió: «¿Cómo están arreglados tus asuntos?
Tienes algún problema con la liquidación de bienes?».
Pillada desprevenida en presencia de Albert, Jessie enrojeció y cuestionó: «¿Por qué ese repentino interés?».
Sin perder un segundo, Marcus replicó: «¡Porque todavía me debes esa cantidad! Elsie sigue bajo mi techo. Y de hecho me preocupaba que te levantaras y te fueras».
Melissa se quedó muda.
Shawn se quedó de pie, totalmente atónito. Se le hizo insoportable seguir soportándolo.
Jessie hervía de frustración. ¿Por qué Marcus insistía en sacar a relucir estos asuntos delante de Albert? Sin embargo, ella siempre albergaba un poco de inquietud en torno a Melissa y no quería discutir con Marcus en su presencia.
En un tono suave, le pidió: «Por favor, cuida de ella por mí por ahora. Lo resolveré por mi cuenta cuando vuelva».
Marcus nunca se mordió la lengua. Ciego o no, sus palabras destilaban sarcasmo.
Se burló. «¡Entonces no nos hagas esperar demasiado!».
Todos los presentes captaron la implicación subyacente en sus palabras.
Melissa le pellizcó sutilmente el costado a modo de suave reprimenda. Inocentemente, Marcus se volvió hacia ella y le preguntó: «¿He hablado mal? Melissa, me has malinterpretado. Me refería a Elsie, no al señor Waston. El señor Waston ya está ocupado. Sería bastante impropio de él suspirar por Jessie. Además, con su agenda llena de citas de urología, ¿cuándo encontraría tiempo para el romance? Es simplemente imposible».
Sus palabras casi encendieron una mecha bajo Albert.
Al principio incómoda, Jessie se encontró riendo mientras escuchaba. Pensó que Albert se merecía que Marcus le riera un poco.
Se quedó un rato más.
Al observar a Melissa cuidando de Marcus, cortando la fruta en trozos del tamaño de un bocado y dándole de comer con cuidado, Jessie no pudo evitar sentir una punzada de envidia.
En efecto, Marcus disfrutaba con el cariño de Melissa.
No había muchas parejas en este mundo como Marcus y Melissa, firmes en su amor a lo largo de los años. A pesar de sus desavenencias pasadas, seguían sintiendo afecto el uno por el otro.
Además, con su segundo hijo en camino, ¡tenían aún más motivos para seguir juntos!
Albert se quedó mirando, incapaz de apartar la mirada de la envidia evidente en los ojos de Jessie, con una punzada de tristeza tirándole de la fibra sensible.
Cuando Jessie se marchó, Albert la siguió. A lo largo del extenso pasillo, observó su esbelta figura y pronunció suavemente su nombre: «Jessie».
Jessie se estremeció.
Ignorándole, continuó hacia el ascensor, pulsando el botón de bajada.
Albert aceleró el paso.
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