La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1243
Capítulo 1243:
Bañada en suave luz, se apretó contra él, rodeándole la cintura con los brazos.
Marcus sintió que el corazón se le ablandaba ante aquel gesto.
Se inclinó y posó suavemente la mano sobre el vientre aún plano de Melissa, considerando la posibilidad de una nueva vida. Mirándola con cariño, susurró: «Últimamente tienes mucho apetito. ¿Será porque estamos esperando un bebé?».
Melissa, avergonzada, escondió la cara en su abrazo.
Marcus la miró con dulzura y suavidad en los ojos.
Nuevo en la situación, sugirió con urgencia: «¡Deberíamos ir al hospital ya!».
«Probablemente los médicos hayan terminado sus turnos. Quizá podríamos intentarlo mañana», propuso ella.
Sin mediar palabra, Marcus cogió el teléfono y llamó a Sylvia. Sylvia, con el pelo húmedo por la ducha, se sorprendió por la repentina petición de Marcus al otro lado.
«Necesito que me reserves la primera cita disponible con el mejor obstetra de Duefron. Es urgente», insistió.
Sylvia, desconcertada, se preguntó si su jefe había perdido el juicio.
Aunque el aire veraniego era cálido, Marcus dejó caer la chaqueta sobre Melissa. Ella protestó: «No hace frío y, por lo que sabemos, podría no estar embarazada». Menudo espectáculo estás dando en mitad de la noche si no lo estoy».
Marcus se acomodó en el asiento del conductor y la abrochó el cinturón de seguridad. Le dio unas suaves palmaditas en el abdomen y dijo, esperanzado: «Quizá todavía no. Pero tengo la fuerte sensación de que no tardará».
Las mejillas de Melissa se encendieron y respondió con vacilación: «Pareces muy impaciente, ¿verdad?».
Agarrando el volante, Marcus se quedó en silencio. Después de un momento, dijo: «Vi cómo sacaban a Daniel y a Scott de la sala de partos, pero no estuve en el nacimiento de Matthew; quiero estar contigo si tenemos otro».
Sus palabras tenían un peso solemne, su rostro estaba marcado por el remordimiento.
Sintiendo la pesadez en su voz, Melissa lo tranquilizó suavemente: «¿No lo habíamos resuelto ya? No hay por qué sentirse culpable».
Apoyó la mano sobre la suya, con un suave murmullo en la voz.
«¿No íbamos a confirmar el embarazo? ¿Tengo que seguir tranquilizándote?».
Sus palabras pillaron desprevenido a Marcus, cuya mirada se ensombreció.
No respondió con palabras, sino con un tierno beso, murmurando contra sus labios: «Te quiero, Melissa».
Su anhelo de tener otro hijo estaba profundamente arraigado en su amor por ella.
Ansiaba rectificar los remordimientos del pasado, envolverla en cuidados y devoción, asegurarse de que se sintiera totalmente amada.
Conmovida por su sinceridad, Melissa sintió una oleada de emoción.
En un momento de crudeza sentimental, Marcus le rozó los labios, con clara urgencia. «Háblame, por favor».
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