Capítulo 1229:

Cuando abrió una caja, Melissa encontró una pulsera de rubíes.

Las cuentas eran grandes, lo que la hacía parecer muy cara. Sin embargo, también parecía algo que había pasado de generación en generación.

Examinó la caja y vio las iniciales de la familia Smith en la parte inferior.

Al darse cuenta de quién era, se desconectó por un segundo.

«¿Qué pasa?»

Después de ducharse, Marcus se acercó con una toalla alrededor de la cintura y se dejó caer junto a ella. Rodeó la cintura de Melissa con un brazo y tiró de ella.

Cuando ella volvió a la realidad, sacudió la cabeza y murmuró: «¡Nada!».

Con una mirada hacia abajo, añadió: «¡Es de ese hombre!».

Luego, tras una pausa, continuó: «Debe de haber pertenecido a mi madre».

¿Qué sentido tenía que Weldon hiciera esta jugarreta ahora, sobre todo después de haber defraudado a su madre?

Marcus cogió la pulsera de manos de Melissa y le echó un vistazo. Pensó que hacía juego con su estilo…

Melissa debía de parecerse mucho a su madre. Weldon debía de sentir algo por su madre en aquella época. Lástima que su relación se basara en mentiras y acabara en tragedia.

Devolvió la pulsera a su caja, diciendo: «Haré que me la envíen mañana».

Melissa le miró agradecida al oír aquello.

«Ahora somos un equipo. Ocuparse de cosas como ésta forma parte del trato», dijo Marcus suavemente, plantando un beso en los labios de Melissa.

Sin dudarlo, Melissa se inclinó para devolverle el beso. Al cabo de un momento, pasó juguetonamente los dedos por la mandíbula de Marcus y murmuró: «Marcus, me encanta besarte».

Dejando la caja a un lado, Marcus profundizó el beso y rozó las narices de Melissa. Con voz sensual, bromeó: «¿Ahora se da cuenta, Sra. Fowler? No ha buscado en otra parte en todos estos años. No encuentras a nadie mejor que yo, ¿eh?».

Melissa, sintiéndose crecida y segura de sí misma, no se contuvo, especialmente con Marcus.

Sabiendo que a Marcus le gustaban los elogios, se rió entre dientes.

«Sí, tienes razón. Nunca he encontrado a nadie tan guapo como tú».

«¿Es sólo por mi buen aspecto?» preguntó Marcus, su tono insinuando una advertencia, como si no fuera a dejar que Melissa se librara fácilmente si no daba la respuesta correcta.

Mientras tanto, deslizó una mano bajo la ropa de Melissa, susurrando: «¿Alguna otra razón por la que no puedas sacarme de tu cabeza? Dímelo».

«¿Qué quieres decir?»

Melissa se hizo la tonta, así que Marcus decidió burlarse un poco de ella. Después de pasar tanto tiempo juntos, sabían cómo coquetear y hacerse sentir bien el uno al otro…

La respiración de Melissa se hacía cada vez más entrecortada.

Rodeando el cuello de Marcus con los brazos, se rió entre dientes, diciendo: «¡Llevemos esto a la cama!».

Pero Marcus apartó los regalos y empezó a besarla suavemente.

Luego, en tono seductor, murmuró: «La alfombra es muy suave; no sentirás nada».

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