Capítulo 1056:

Después de haber pasado dos días en el hospital desde que Matthew cayó enfermo, Melissa estaba agotada y realmente no estaba para discusiones. Finalmente, respondió con un deje de resignación: «Bien. Si insistes en quedarte, volveré mañana por la mañana para hacerme cargo».

A Melissa le pareció la única opción razonable en aquel momento.

Marcus siguió mirándola intensamente, pero permaneció en silencio.

Melissa bajó la mirada, dispuesta a recoger sus pertenencias, cuando de repente Marcus la cogió de la muñeca… En un instante, estaba abrazada a Marcus.

A través de su abrigo, podía sentir claramente el ritmo de los latidos del corazón de Marcus.

Melissa fue tomada por sorpresa, completamente desequilibrada.

No se había imaginado que Marcus la acorralaría así. Tras un momento de conmoción, trató de apartarse, pero Marcus le agarró la mano con firmeza, sin dar muestras de soltarla.

Sus caras estaban a centímetros de distancia, su aliento caliente contra su oreja, haciendo que ella se sintiera cada vez más incómoda.

«Es sólo un reflejo. No le dé demasiada importancia, señorita Brown».

Melissa apretó los dientes y contestó bruscamente: «¡No estoy pensando nada! Suéltame, ahora mismo».

Sin embargo, Marcus no la soltó. La acercó aún más… A pesar de que su hijo dormía en la cama de al lado, Marcus parecía completamente indiferente. Ahora sólo tenía ojos para Melissa.

La luz brillante hizo que las mejillas de Melissa se tiñeran de un rojo intenso.

Su voz temblaba de rabia cuando preguntó: «¿Qué intentas hacer, Marcus?».

Estar bajo el control de Marcus hizo que Melissa perdiera su confianza habitual.

Sus palabras parecían más una súplica que una pregunta.

Marcus, con un brazo alrededor de su cintura, le acarició tiernamente la cara con la otra mano, abrumando a Melissa por completo.

Avergonzada, Melissa se dio la vuelta. Quería discutir con Marcus, pero se sentía demasiado cohibida para hacerlo. Tras un momento de tensión, Marcus se inclinó hacia ella y la besó apasionadamente, dejándola sin aliento.

Melissa intentó resistirse, pero Marcus era mucho más fuerte.

La sujetó suavemente por la barbilla, obligándola a mirarle mientras seguía besándola repetidamente.

Entonces, Marcus metió la mano bajo su vestido, provocando el llanto de Melissa.

De repente, el momento perdió todo su romanticismo.

Melissa agachó la cabeza, llorando, claramente sin disfrutar de sus avances.

Tras una pausa, Marcus la miró y murmuró: «Lo siento. Estoy borracho».

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