La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1036
Capítulo 1036:
De repente, Melissa sintió una punzada de inquietud.
Se acomodó delicadamente un mechón de pelo detrás de la oreja.
Aquel movimiento tenía cierto encanto, aunque Melissa seguía sin darse cuenta de su trasfondo seductor.
Mientras Marcus sujetaba a Matthew con una mano, su mirada se fijó en Melissa.
Aunque su aspecto no había cambiado, había una sutil diferencia.
Tenía un atractivo refinamiento debido a su reciente pérdida de peso.
Melissa vestía un top de seda rosa claro combinado con una falda de punto de cola de pez, una combinación que acentuaba su figura a la perfección.
Rompiendo el prolongado silencio, Marcus habló sin rodeos. «Sí, tu madre tiene razón».
Melissa esbozó una sonrisa forzada como respuesta, saludando con la mano a Matthew, que dudaba si marcharse, expresando suavemente: «Quiero que mamá… Quiero que venga conmigo».
Apretando suavemente la mano de Matthew, Melissa lo tranquilizó: «Si echas de menos a mamá, iré a buscarte, ¿vale?».
Matthew, apoyado en Marcus, se aferró a Melissa, sin querer soltarla.
«Matthew quiere un abrazo, mami».
Melissa lanzó una mirada a Marcus, esperando en silencio que le pasara a Matthew. Pero Marcus seguía inmóvil. De mala gana, dio un paso adelante y envolvió a Matthew en un tierno abrazo.
En esa estrecha proximidad, sus alientos se mezclaron.
Tras su ducha vespertina, Melissa exudaba una delicada fragancia. Al acercarse, su pelo rozó el cuello de Marcus, evocando recuerdos de sus íntimos encuentros amorosos, una sensación que despertó las emociones de Marcus. Siempre sentía la suavidad del cabello de ella contra su piel cuando se entrelazaban en un abrazo.
Con ese pensamiento rondándole la cabeza, Marcus se despistó, su expresión cambió sutilmente.
Tras soltar a Matthew, Melissa dio un paso atrás, acariciándole la cabeza cariñosamente, instándole: «Ahora haz caso a papá y pórtate bien, ¿vale?».
Matthew, con inocencia en la voz, declaró: «Matthew también quiere que mamá sea feliz», provocando un vuelco en el corazón de Melissa.
Lanzándole una breve mirada, Marcus cogió a Matthew y se marchó.
Bajando las escaleras, llegó al coche y aseguró a Matthew en su asiento infantil. Mientras tanto, los ojos de Matthew vagaban alrededor, cautivados por el interior rosa del coche, y sus dedos exploraban con curiosidad.
Cuando Marcus se abrochó el cinturón de seguridad, la inocente pregunta de Matthew perforó el silencio.
«¿A papá no le gusta mamá ahora?».
Marcus, con una tierna sonrisa, descartó la idea. «No seas tonto, pillín».
Matthew, absorto en sus pensamientos, continuó: «¡Parece que sí!
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