Capítulo 1017:

Y estaban solos. No parecía haber límites a lo que se podía decir o hacer. El corazón de Melissa se ablandó un poco. Con ternura, le envolvió el pelo húmedo con la toalla y murmuró: «No has cambiado nada con los años».

«¿Ah, sí?»

Marcus sujetó su cintura con una mano y la acarició de un lado a otro, insinuando algo.

Melissa no se atrevió a coquetear con él. Se concentró en secarle el pelo. Al cabo de un rato, susurró: «Ya he terminado. Vete a la cama. Mañana tienes que levantarte temprano».

Sin embargo, él la sujetó firmemente por la cintura, impidiéndole levantarse.

«Melissa, aún no me has deseado feliz cumpleaños», le recordó él.

En el pasado no le habían importado mucho los cumpleaños.

Pero este año era diferente. Esta vez tenía a Melissa y Matthew con él por su cumpleaños.

Sentada de lado en su regazo, Melissa podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo. En realidad temía que él volviera a actuar impulsivamente, así que se sometió obedientemente a él y se apoyó en su hombro. «¿No te he hecho ya un regalo?», le preguntó en voz baja.

Estaba tan cerca de él que podía ver cómo su mandíbula angulosa se levantaba ligeramente, haciéndole parecer muy atractivo.

Su cuerpo empezaba a responder.

Marcus le acarició tiernamente la nuca, como si acariciara a un animalito. «Quiero oírte decirlo», insistió.

Ella sólo pudo rodearle el cuello con los brazos y murmurar: «Feliz cumpleaños, Marco».

Marcus apretó con fuerza su cintura y la besó suavemente. «Espero que el año que viene por estas fechas estés diciendo estas palabras como mi mujer».

Melissa le mordisqueó los labios y bromeó: «¿Eres el único que celebra su cumpleaños?».

En su tono había una pizca de coqueteo, algo que a Marcus siempre le resultaba irresistible.

No pudo resistirse. La cogió en brazos y la llevó hacia la cama. La dejó en el suelo, se acercó a sus labios y le susurró: «Creía que estabas demasiado cansada y no iba a hacerte nada, pero ahora lo estás pidiendo».

Al principio, Melissa se había resistido.

Sólo había intimado con Marcus. A pesar de sus limitadas experiencias, sabía que él se deleitaba con los placeres sensuales y siempre encontraba la manera de atraerla a hacer el amor.

Cuando Melissa se despertó a la mañana siguiente, se sentía dolorida como si la hubiera atropellado un camión.

Incapaz de levantarse durante un rato, se quedó tumbada, luchando contra la incomodidad.

La búsqueda de placeres momentáneos había mermado sus elevadas ambiciones.

La idea de ir a trabajar ahora le parecía insoportable.

Marcus ya había abandonado la cama. Apareció en la puerta del dormitorio principal, con aspecto fresco y noble mientras se abrochaba los gemelos.

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