La pequeña novia del Señor Mu
Capítulo 561

Capítulo 561:

Tiffany no podía quitarse de encima la sensación de que Jackson le estaba mintiendo.

“Le estás encubriendo. ¿Qué quieres decir con que no estabas al corriente? Estoy segura de que lo sabías. Ari, divórciate, ahora mismo. No puedes superar esto».

Arianne asintió con la cabeza: «Estoy un poco de acuerdo. Divorciémonos…».

Jackson se lamentaba internamente, «Basta. Los dos. No empiecen. Yo mismo hablaré con Mark. ¿No necesitas gestionar tu negocio? Ustedes dos, ¡Quédense aquí!»

«Lo siento, Ari…» Naya se disculpó tímidamente cuando Jackson se hubo marchado.

“No tenía ni idea de que esa mujer conocía a tu marido… incluso ayudé a llevar a su bebé…».

Arianne se sentía extrañamente encantada de que Mark asumiera toda la culpa. Ahora estaba de muy buen humor: «Está bien. Vuelve al trabajo. Yo vuelvo a la cocina…», respondió con voz cantarina.

Naya tenía la impresión de que sólo estaba fingiendo valentía y que, en el fondo, se sentía muy dolida. Arrugó las cejas y se sintió aún más culpable.

Jackson se dirigió enérgicamente al despacho de Mark. Al darse cuenta de que Georgina no aparecía por ninguna parte, preguntó con cuidado: «¿Qué ha pasado? ¿Dónde está? ¿Cómo te las has arreglado para encargarte de esto?”

«Ya está hecho», respondió Mark con calma.

“He acordado transferirle el dinero esta noche, a más tardar. Puede decidir tú mismo la cantidad. Considéralo un medio para deshacerte de una plaga molesta. No importa si eres el padre del bebé. Probablemente no lo seas. Además, los resultados de la prueba de paternidad se te enviarán directamente una vez que salgan. Entonces podrás decidir qué hacer. Ella no llamará a tu puerta. La próxima vez, por favor, intenta no molestarme con estos asuntos».

Jackson soltó un suspiro de alivio: «Era mejor que resolvieras tú el asunto esta vez. Me ha estado molestando durante muchos días, pero tú has conseguido resolverlo en cuestión de momentos. Debería haber acudido a ti antes. No te preocupes, lo recordaré. Te debo una».

Mark no se lo pensó: «Aparte de comprarme unas cuantas comidas más, ¿De qué otra forma esperas pagármelo?”

Jackson empezaba a sentirse culpable.

“Sé que Arianne es lo más importante del mundo para ti. Te reuniré con ella. Sin embargo… sólo hay un pequeñísimo problema en este momento… después de tu gran acto de llevarte a Georgina y a su bebé del café, Tiffie tuvo la impresión de que eras el padre del hijo de Georgina».

«Nunca pensé que esto sucedería. Ella está tramando un plan con Arianne para… uhm… arreglarte. Pero no te preocupes. Arianne es consciente de la verdad, así que no habrá ningún malentendido entre ustedes. Es sólo que… ¡Tendrás que ser el chivo expiatorio!».

Mark perdió la calma. Cogió una carpeta cualquiera de la mesa de su despacho y golpeó a Jackson con ella.

“¿Soy esa clase de hombre? Nunca haría algo tan vergonzoso. Deja de manchar mi reputación. Voy a venderte si no das una maldita buena solución».

Jackson sonrió y soltó una risita mientras rebotó hasta la puerta: «Bien, bien. A partir de ahora puedes comer lo que quieras en mi restaurante. Tendrás toda una vida de comidas gratis. ¿Te parece bien? Tengo que irme. Si alguna vez necesitas mi ayuda en algo, lo que sea, sólo tienes que decirlo. Haré todo lo posible por ayudarte».

«Espera», Mark paró de repente a Jackson.

Jackson se detuvo, escuchando absorto: «¿Qué pasa?”

Mark hizo una pausa y luego dijo: «Ayúdame a convencer a Ari para que cene conmigo esta noche».

Jackson le hizo una señal de «de acuerdo» y desapareció por las puertas del despacho de Mark.

Cuando llegó de nuevo a la cafetería, Jackson ya había formulado un plan: «Arianne, ¿Te parece bien que vaya a preparar la cena a tu casa? ¿Cerramos pronto hoy, sobre las seis? Pronto volveré a la capital, y Tiffie vendrá conmigo. Considéralo una especie de cena de despedida. Yo cocinaré y luego compraré los ingredientes».

Arianne se sintió un poco decepcionada al oír que Tiffany también se iría.

“Claro… suena bien».

Jackson sonrió satisfecho una vez que ella hubo aceptado. Estaba en deuda con Mark por haberle ayudado. Por supuesto, tenía que darlo todo para devolverle el favor.

La cafetería cerró a las seis en punto de la tarde. Tiffany seguía quejándose de Mark de camino a casa. Arianne se limitó a escucharla en silencio.

En todos sus años juntos, la única mujer que había estado con Mark, aparte de ella misma, era Aery. Realmente este asunto no le habría ocurrido a Mark.

Al notar el silencio de Arianne, Tiffany le acarició torvamente la mejilla: «Ari, ¿Estás muda de rabia? Seguro que Mark nos acompañará a cenar esta noche. Entonces le daré un buen rapapolvo por tu bien».

Las comisuras de los labios de Arianne se crisparon: «Ya me encargaré yo de él. No te metas. Es como un bloque de madera. No te contesta ni cuando lo regañas. No es nada divertido. Jackson me ha dicho que te va a llevar de vuelta a la capital.

Eric debería recibir el alta mañana y Tanya también volverá, así que no hace falta que te quedes ayudando en la cafetería. Disfrutemos todos de una buena comida esta noche. No te preocupes por nada más».

Tiffany aún se sentía indignada. Sin embargo, al recordar su inminente separación y la incertidumbre de su próximo reencuentro, no quiso estropear su última comida juntos.

“Bien… le dejaré libre de culpa, por ahora. Será mejor que le obligues a darte una buena explicación. Si realmente es el padre de ese bebé, ¡Tendrás todo el derecho a pedirle el divorcio!».

Arianne asintió impotente: «Lo sé. Volvamos y preparémonos. Jackson volverá pronto con los ingredientes. Deberíamos ayudarle. Debe ser agotador para él cocinar para todos nosotros él solo».

Cuando llegaron a casa, Jackson ya estaba ocupado en la cocina. De hecho, Mark había llegado antes que ellos y estaba sentado en el sofá, jugueteando con el teléfono, como si no hubiera pasado nada.

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