La pequeña novia del Señor Mu
Capítulo 1153

Capítulo 1153:

A Mark le hizo gracia ver a Arianne haciendo un puchero de enfado.

“Estás muy linda cuando te enfadas».

Arianne lo fulminó con la mirada.

“¿Crees que estoy linda cuando me enfado? Muy bien, ¡Sigue enfadándome todo lo que quieras! Al fin y al cabo, ¡La culpa es tuya por darle el regalo equivocado y hacer que malinterprete tus intenciones! Claro que tendría el valor de desafiarme si piensa que la prefieres a ella antes que a mí».

Sorprendentemente, Mark se tomó su regañina con calma.

“Tienes razón, es culpa mía y ya me he ocupado de ello. La próxima vez compensaré el regalo».

Arianne resopló.

“¡No! No quiero tu regalo. No quiero volver a ser despreciada por esos forasteros. ¡No soporto ese tipo de provocaciones! Supongo que habrás perdido bastante, ahora que has puesto fin a esa asociación».

Mark asintió con la cabeza.

“Tienes razón, es toda una pérdida. Sin embargo, no es nada comparado con la humillación por la que has tenido que pasar. No importa nada más que tú».

Aunque Arianne todavía tenía una expresión fría en su rostro, su corazón ya se había derretido por sus palabras. No sabía que Mark tuviera tanta facilidad de palabra…

Le pasó a Smore a los brazos.

“Lleva a tu hijo. Me voy a comer».

Mark estaba sorprendentemente pegajoso ese día, parecido a como sería Smore normalmente. Dondequiera que iba Arianne, Mark la seguía con Smore en brazos. Incluso esperaba en la puerta del baño con Smore cuando Arianne iba a hacer sus necesidades. Estaba destrozada.

“¿No tienes nada que hacer? ¿Por qué me sigues?»

Mark dijo descaradamente: «Smore dijo que quería ver a su madre, o lloraría».

Arianne se echó a reír. ¿Eran comunes tales escenificaciones en las familias normales? ¿Acaso todos los hombres pensaban que sus hijos no podían estar demasiado tiempo lejos de sus madres?

Cuando Arianne revisaba los libros de contabilidad que Naya le había enviado, advirtió deliberadamente a Mark que no la molestara. Quién le iba a decir que llevaría a Smore y pasaría de vez en cuando por su puerta mientras decía: «A ver qué hace mamá. ¿Por qué no lleva a Smore? ¿Por qué no llamas a mamá?”

Arianne se enfadó tanto con él que su cabeza estaba a punto de estallar.

“¿Tan libre eres? Si tienes tanto tiempo libre, ¿Por qué no duermes a tu hijo? Supongo que no estás cansada. Si lo estuvieras, ni siquiera tendrías energía para cargarlo».

Mark le sonrió cariñosamente.

“Tranquila, guardaré algo de energía para cargarte a ti. Pero antes dormiré a Smore. Date prisa y ven cuando hayas terminado».

Ella sabía que él tenía planes por su tono. Arianne tenía en mente rechazarlo esa noche debido al cansancio. Ni siquiera se le había pasado por la cabeza, pues se sentía como si pudiera dormirse en cuanto se tumbara en la cama. Los ojos se le estaban quedando ciegos de tanto mirar la pantalla del ordenador.

Cuando terminó de revisar los libros de contabilidad, ya eran más de las once de la noche. Volvió de puntillas a su habitación y caminó hacia el cochecito del bebé sin encender las luces. Cubrió a Smore con una manta antes de tumbarse en la cama.

Como era de esperar, Mark aún no se había dormido. Se acercó y la abrazó. Podría describirse como un abrazo de oso, en el que la menuda figura de Arianne le servía de almohada. Al sentir sus manos acariciándola, ella dijo con voz cansada: «Hoy estoy cansada, vamos a dormir, por favor».

Mark murmuró junto a su oído: «Llámame cariño y te dejaré libre».

La habitación estaba completamente a oscuras y no se veían bien las caras, así que la humildad se esfumó. Arianne se pellizcó la garganta y gritó: «Cariño…».

Mark no estaba satisfecho.

“No te escucho».

Ella se retorció junto a su oído.

“Cariño, ¿Te parece bien? ¿O te gustaría que siguiera la última moda y te llamara Oppa? ¿Estás contento ahora? Tengo muchas ganas de dormir. Me pesan tanto los párpados que no puedo mantenerlos abiertos…».

Mark pensó un momento y dijo: «Llámame hermano mayor…».

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