La novia más afortunada
Capítulo 836

Capítulo 836:

Janet y Draco subieron al avión y se acomodaron en sus asientos.

Después de guardar su equipaje en el compartimento superior. Draco se volvió hacia Janet. «¿Quieres algo de beber?».

Janet estuvo hablando con Brandon antes de subir al avión. Hablaron durante mucho tiempo, por lo que tenía la garganta un poco seca.

«Sí, por favor, un zumo de naranja estaría bien. Gracias Señor Wesley». Mientras los dos hablaban, no se dieron cuenta del hombre sentado detrás de ellos.

Llevaba una gorra de béisbol, que se bajó para taparse la cara. Una sonrisa extraña e inquietante apareció en la comisura de sus labios.

¡No era otro que George!

Hacía dos días. George descansaba en la cama, sabiendo que no había esperanza para su pierna rota. Estaba condenado a ser un tullido para el resto de sus miserables días.

Mientras yacía en la cama, hirviendo de angustia y furia, le llegó un mensaje de un hombre misterioso. Era la misma persona que antes había salvado a George.

El hombre le dijo que Janet y su jefe, Draco, estarían de viaje de negocios en Northcliffe.

Le dijo a George que los siguiera. El hombre incluso le envió a George un frasco de veneno.

Tan pronto como George subiera al avión, debería encontrar una oportunidad para inyectárselo a Janet. El veneno se extraía de una víbora y era de acción lenta.

Los síntomas serían casi los mismos que los de una mordedura de serpiente, con la única diferencia de que la toxina actuaba lentamente.

Cuando se detecta, los órganos de la persona ya han fallado. Sería una muerte lenta e insoportable.

Una vez que el avión despegara, no habría médicos profesionales ni acceso a equipos. No habría forma de salvar a Janet a tiempo.

Y lo que era más importante, el hombre anónimo ya había echado cuentas. La duración del vuelo era aproximadamente igual al tiempo que tardaría el veneno en hacer efecto.

Cuando el avión aterrizó, George pudo aprovechar el caos y escapar sano y salvo. El plan era infalible.

George miró la pequeña jeringuilla que tenía en la mano. El líquido verde brillaba dentro del tubo, emitiendo una luz ominosa.

Se volvió hacia su pierna lisiada y apretó los dientes.

Todo era culpa de Janet. Si ella no se hubiera entrometido en el asunto con Elizabeth, su vida habría sido muy distinta. Ya sería un hombre rico con los cientos de miles de dólares ganados con las ventas de los borradores que le robó a Elizabeth.

Brandon también se involucró, poniendo un alto precio a la cabeza de George e incluso congelando su cuenta bancaria.

Sin dinero, George no podía huir muy lejos. Los dos le hicieron la vida imposible. Sin duda le devolvería el favor.

Janet no tenía forma de saber el peligro que la acechaba.

Draco le dio a Janet el zumo de naranja que le había dado la azafata y los dos charlaron sobre el espectáculo iridiscente.

Janet bebió dos tragos de zumo de naranja, cogió los dibujos y empezó a leer. Mientras repasaba los detalles, se le ocurrió una idea.

«¿Tenemos que comprobar la ubicación de antemano? ¿Y si tus diseños no encajan con la estética?».

Draco hojeó suavemente los documentos que tenía en las manos. «No te preocupes, ya sé cómo sería el escenario, y las piezas que diseñé ya fueron enviadas allí con antelación. Ya está todo preparado. Podemos tomárnoslo con calma. Sólo hace falta que aparezca. Sólo eso».

Janet respiró aliviada. El espectáculo iridiscente era de suma importancia para ella. Nada podía salir mal.

Aún faltaban unos minutos para que el avión despegara. Janet echó un vistazo al teléfono, preguntándose si debía enviar un mensaje de texto a Brandon.

Antes de subir al avión, intuyó que estaba de mal humor. Dejó los documentos que estaba hojeando y bebió otro sorbo de zumo de naranja.

Luego se levantó para ir al baño. George no le había quitado los ojos de encima a Janet desde que apareció. La vio ponerse en pie, con la sangre palpitándole de excitación.

Se había presentado la oportunidad perfecta y ella estaba cayendo en su trampa.

Apoyándose en su pierna buena, se puso en pie y cojeó tras Janet hacia el cuarto de baño, con la mente dándole vueltas de anticipación.

Casi podía saborear su venganza.

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