La novia más afortunada
Capítulo 634

Capítulo 634: 

Con gran dificultad, Janet abrió los ojos. Todavía estaba viva.

Cuando llegó la tormenta, fue arrastrada por una enorme ola. Afortunadamente, la ola la llevó a un arrecife cercano, donde se desmayó.

Cuando intentó levantarse del arrecife, descubrió que no podía. Un poco de agua se le metió en la nariz. Tosió violentamente y escupió el agua del mar. El arrecife estaba aislado del mar y sólo se veía una fracción de la carretera en la distancia.

Janet subió al centro del arrecife y trató de reagruparse. El arrecife era bastante grande, así que podía establecerse temporalmente aquí. Pero aquí no había comida ni agua. Si nadie acudía a rescatarla, sin duda moriría de hambre, si es que la deshidratación no acababa con su vida antes.

Janet se llevó la mano al bolsillo y su corazón se hundió. Su teléfono estaba en su bolso, y su bolso estaba en el coche, y el coche estaba en el fondo del mar. No había nada que pudiera hacer para buscar ayuda.

En cuclillas sobre el arrecife, miró a la distancia con ojos expectantes. No le quedaba más remedio que esperar y rezar para que los barcos que pasaban la vieran.

…

En la carretera junto al mar, una enorme roca había rodado desde la montaña y bloqueaba el camino. La obstrucción provocó un atasco en la carretera, y los conductores no paraban de tocar el claxon.

Alguien llamó al personal de mantenimiento de la carretera, pero le dijeron que tardarían al menos dos días en sacar la roca del camino. La carretera bloqueada llevaba al campo y no era en absoluto una vía principal. La mayoría de las personas atrapadas en la carretera simplemente intentaban volver a su pueblo.

Al ver que la carretera estaba bloqueada, la mayoría se limitó a dar la vuelta para regresar, sin darse cuenta de que el borde más allá del peñasco estaba roto.

Al atardecer, el sol poniente iluminó el horizonte, tiñendo de naranja el azul del océano. Finalmente, el personal de mantenimiento de la carretera llegó al lugar.

«¡Eh, miren esto! El borde está roto». El hombre de mantenimiento se puso al lado del guardarraíl e inspeccionó los daños.

«Las marcas aquí son nuevas. ¿Podría haber caído un coche al mar?»

«Oh, Dios. Creo que sí. Llama a las autoridades». Otro hombre de mantenimiento llamó inmediatamente a la policía.

Después de informar a la policía, suspiró.

«El tiempo ha sido terrible estos días. Me pregunto si la policía podrá encontrar a las pobres almas».

En cuanto la policía recibió la llamada del personal de mantenimiento de carreteras, envió inmediatamente personal de búsqueda y rescate.

Los oscuros nubarrones se volvieron cada vez más sombríos. La lluvia, que había cesado momentáneamente, comenzó a caer de nuevo.

En el bien iluminado edificio del Grupo Larson en Barnes, después de su reunión, Brandon miró por la ventana la feroz tormenta y le quitó el teléfono a su asistente.

«¿Ha llamado mi mujer?»

El asistente negó con la cabeza. «No, señor Larson. Usted dijo que, si la Señora Larson llamaba, le informara inmediatamente. Pero no lo hizo». Brandon revisó su teléfono y comprobó que no había ninguna notificación de Janet.

Algo estaba mal. Ya debería haber llegado al campo. Brandon intentó llamar a Janet varias veces, y luego intentó llamar al conductor, pero nadie respondió.

Confiaba en el conductor, por eso le había ordenado que llevara a Janet al campo. Frunciendo el ceño, Brandon encontró el número de teléfono fijo de Hannah.

«¿Janet? No está aquí». La cuidadora que atendía a Hannah contestó al teléfono.

Brandon tuvo una premonición siniestra e inmediatamente se dirigió a su asistente. «¡Envía a alguien a comprobar las cámaras de vigilancia de la carretera y los registros de accidentes de tráfico de Seacisco hoy mismo!».

Al cabo de un rato, el asistente acudió a Brandon con un informe.

«Alrededor de las cuatro de la tarde, hubo un derrumbe en la carretera cerca del mar. Efectivamente, hubo un accidente de tráfico: un coche chocó contra el guardarraíl y cayó al mar».

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