La novia más afortunada -
Capítulo 2089
Capítulo 2089:
Tras abandonar el sanatorio, Brandon regresó a casa. Al cruzar la puerta principal, vio a Janet.
En ese momento, estaba cómodamente sentada en el sofá, cosiendo diligentemente a mano ropa infantil. Brandon se acercó a ella, tomándose un momento para estudiarla de cerca.
Al notar que Janet parecía alegre y sana, dejó escapar un suspiro aliviado, sintiendo que la tensión de sus músculos se relajaba.
De repente, una sombra se cernió sobre Janet. Levantó la vista, desconcertada, pero su confusión se transformó rápidamente en alegría cuando reconoció a Brandon. «¡Brandon, has vuelto!», exclamó, con la voz llena de felicidad.
Brandon pasó suavemente los dedos por el pelo de Janet y luego le quitó la pequeña ropa de las manos. La miró con una mezcla de preocupación y afecto. «¿Por qué sigues cosiendo tú misma? Podrías diseñar la ropa y dejar que otros se encargaran de coserla».
Durante los últimos días, Brandon había esperado que Janet se tomara su tiempo para descansar y recuperarse, pero ella seguía ocupándose de esas manualidades. Este pensamiento lo dejó sintiéndose a la vez arrepentido e impotente.
Janet, sintiendo su preocupación, le ofreció una tierna sonrisa. Acarició su redondeado vientre y explicó: «Me he sentido un poco aburrida en casa, así que decidí mantenerme ocupada con algo».
Reconoció la preocupación de Brandon por su bienestar, pero admitió que la prolongada inactividad estaba empezando a hacerla sentir aletargada, y estaba decidida a no dejar que eso ocurriera.
«Siempre puedes encontrar formas de pasar el tiempo, pero no te pases», suspiró Brandon, con una expresión de suave resignación en el rostro.
«Entiendo», respondió Janet con una dulce sonrisa. Se levantó y caminó hacia él con pasos ligeros.
Instintivamente, Brandon extendió los brazos para abrazarla. Se acercaron y, justo cuando él se inclinó para besarla, Janet desveló las pequeñas prendas en las que había estado trabajando.
«¿Qué te parece mi diseño? ¿Crees que le gustará a nuestro bebé?». preguntó Janet, extendiendo un bonito mono.
«Tus diseños son siempre los más bonitos, sobre todo los que coses tú misma», respondió Brandon, rodeándola con los brazos. «Sólo tengo unas pocas piezas hechas por ti, pero estoy seguro de que a nuestro pequeño le encantarán. Y si no lo aprecian, ¡quizá tenga que hacer de padre severo y darles una pequeña charla!».
Janet estalló en carcajadas ante la expresión severa de Brandon. Su risa era contagiosa y llenaba la habitación sin poder contener su diversión.
Brandon, preocupado por si se quedaba sin aliento de tanto reír, se acercó a ella para acariciarle la espalda y ayudarla a respirar. Con voz suave, teñida de impotencia, le preguntó: «¿De verdad es tan gracioso?».
Estaba claro que no era para reírse, pero Janet se rió tanto que se le llenaron los ojos de lágrimas. «No exactamente, pero la mirada severa en tu cara era un poco intimidante».
Recordando algo de repente, Janet añadió rápidamente: «Por favor, no mires así a nuestro bebé cuando nazca. ¿Y si los asustas?».
La expresión de Brandon se agrió al oír eso.
Se separó del abrazo de Janet, desahogándose con un toque de indignación: «¿Así que la pequeña aún no ha llegado y yo ya soy el segundo de la fila?».
Al ver sus celos, Janet ahogó la risa y respondió: «Bueno, parece que lo entiendes, pero si eres un buen padre, me aseguraré de recompensarte».
Sus palabras cambiaron el humor de Brandon de enfurruñado a alegre en un instante.
Con una sonrisa, Brandon se inclinó y plantó un beso en la mejilla de Janet, susurrándole seductoramente al oído: «¿Y cuál podría ser esa recompensa?».
Su voz era tan tentadora que hizo que las mejillas de Janet se sonrojaran. «Ya lo veremos más tarde. Ahora mismo me muero de hambre y necesito comer algo», dijo ella, esbozando una tímida sonrisa.
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