La novia más afortunada
Capítulo 1994

Capítulo 1994:

El sueño de la noche anterior le pareció increíblemente vívido a Alexandra, pero, frustrantemente, no podía recordar ni un solo detalle. Tras refrescarse, se dirigió al salón, donde encontró a Sonia ya afanada con los preparativos del desayuno.

Su comportamiento cambió ligeramente al ver salir a Alexandra, que se mostró algo inquieta y evasiva.

Alexandra lanzó a Sonia una mirada de descontento e insistió con impaciencia: «Si tienes algo en mente, dilo sin rodeos».

Sonia negó con la cabeza, ocupándose de poner la mesa. «Nada. Me voy a entrenar. Tú vete y disfruta de la comida».

Con una ligera cojera, salió del comedor.

En ese momento, Alexandra se dio cuenta de que su forma de andar parecía un poco peculiar. Se debía a sus frecuentes sesiones de entrenamiento?

Reconociendo las habilidades de Sonia, Alexandra resolvió entrenarla como guardaespaldas, asegurándose de que pudiera protegerle. Por lo tanto, parecía razonable que se sometiera a un entrenamiento más riguroso.

Con este plan en mente, Alexandra procedió a disfrutar de su desayuno con una sensación de paz.

Mientras tanto, en el campo de entrenamiento, Sonia seguía preocupada durante todo el día, consumida por los acontecimientos de la noche anterior. Sentía una mezcla de timidez, pánico y tristeza, que hacía que sus emociones se enredaran y la abrumaran.

Al darse cuenta de su estado de distracción, el profesor suspiró resignado. «Si no te encuentras bien, quizá sea mejor dejarlo por hoy».

Con esas palabras, se marchó, dejando a Sonia con sus pensamientos. Apoyando la cabeza en la mesa, Sonia se dio cuenta de que había desarrollado sentimientos hacia Alexandra.

Sin embargo, era consciente de que la mujer que ocupaba sus pensamientos era probablemente el nombre que había pronunciado en su estado de embriaguez la noche anterior.

Su estatus era bajo, lo que la hacía muy diferente de Alexandra en todos los aspectos.

Se dio cuenta de que los fugaces momentos de placer de la noche anterior pertenecían tanto a la fantasía de Alexandra como a la suya propia. Aceptó que aquello quedaría para siempre en secreto, profundamente enterrado en su corazón.

Recién llegada a casa, Janet reanudó el trabajo en sus borradores de diseño, sin poder reprimir un bostezo.

Al ver el estado de fatiga de Janet, Brandon dudó antes de sugerir: «Si tienes sueño, quizá sea mejor que te vayas a dormir. El borrador no estará terminado en un solo día».

Janet negó con la cabeza, con la voz teñida de nostalgia. «Hace tiempo que no uso velas perfumadas. ¿Podrías traerme una? Me ayudan a dormir más profundamente».

Preocupado por el sueño de Janet, Brandon fue a recoger la vela, pero le interrumpió una llamada de Frank.

Por teléfono, Frank me dijo: «He revisado el informe del examen de embarazo de Janet. Hay varios indicadores por debajo del estándar. ¿Está tomando alguna medicación?»

Recordando las estresantes circunstancias de Janet, Frank especuló con la posibilidad de que estuviera recurriendo a somníferos o remedios similares. Brandon le aseguró: «No, la he estado vigilando. Ni siquiera usa velas aromáticas, y mucho menos somníferos».

Al oír eso, Frank respondió: «Trae una vela. La probaré yo mismo».

Al observar la expresión inquieta de Brandon tras finalizar la llamada, Janet preguntó preocupada: «¿Con quién estabas hablando?».

Con expresión acomplejada, Brandon se agachó frente a Janet y le advirtió: «Te lo diré, pero intenta no preocuparte demasiado».

Al ver la seriedad de Brandon, Janet dejó el pincel e inquirió una vez más: «¿Qué pasa?».

Brandon exhaló profundamente y respondió con cautela: «Frank me llamó. Mencionó que había algunas discrepancias en el informe de tu examen de embarazo. Sospecha que podría estar relacionado con las velas, así que me pidió que le llevara una para analizarla».

«¿Qué?» exclamó Janet, poniéndose en pie.

Reflexionó sobre la situación y se dio cuenta de que últimamente no se encontraba bien. Pero, ¿no se habían analizado ya las velas y se habían considerado seguras?

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