La novia más afortunada -
Capítulo 1894
Capítulo 1894:
Últimamente, las noches de Janet estaban llenas de tensión, atormentadas por pesadillas que agotaban su energía. Cada mañana se despertaba agotada y sin apetito, con el cuerpo sufriendo por la falta de descanso.
Una mañana, Janet se despertó sintiéndose indispuesta. Cuando intentó incorporarse, un dolor agudo le retorció la cintura. Afortunadamente, Brandon estaba allí y rápidamente la ayudó a subir al coche, llevándola al hospital.
Sorprendentemente, cuando llegaron al hospital, el dolor en la cintura de Janet había desaparecido.
Al notar que Janet intentaba caminar, Brandon se apresuró a salir del coche y la levantó en brazos.
Sintiendo los ojos de los demás sobre ella, Janet enterró tímidamente la cabeza en el hombro de Brandon.
Al entrar en el vestíbulo del hospital, se toparon con Frank, cuyas cejas levantadas denotaban su sorpresa. «¿Qué pasa tan temprano?», preguntó.
«Janet se lastimó la cintura. ¿Puedes encontrar a alguien que la examine?» Brandon respondió, su tono teñido de irritación.
¿»Herir su cintura»? ¿Cómo ha ocurrido? ¿Se cayó o…?» A Frank se le cortó la voz al notar su actitud íntima y decidió no seguir indagando. Se apresuró a organizar el examen de Janet.
Pronto, Janet se encontró en la camilla de una sala de reconocimiento. Tras un examen exhaustivo, el médico le aseguró que su cintura estaba bien, sin signos de lesión.
«¿Ninguna herida?» Janet frunció el ceño, insistiendo en que le había dolido la cintura al despertarse.
Para asegurarse, el médico ordenó un chequeo completo de Janet.
Después de la revisión, cuando una enfermera acompañó a Janet al baño, Brandon se levantó inmediatamente, corriendo a su lado y cogiéndole la mano. «¿Por qué has tardado tanto?», le preguntó, preocupado.
Mientras tanto, Frank, que había estado con Brandon, también se acercó a la enfermera, con la preocupación grabada en el rostro. «¿Necesita Janet ser ingresada?»
Sintiéndose incómoda bajo su mirada, Janet explicó: «El médico ha dicho que no tengo ninguna lesión en la cintura».
Brandon arrugó la frente, confundido. La anterior incomodidad de Janet no había parecido fingida.
Llevando a Brandon al sofá cercano, Janet le dijo reconfortada: «Debe de haber otra razón para el dolor. El médico le hizo un chequeo completo, así que pronto lo sabremos».
Brandon la abrazó, su mirada se volvió fría mientras miraba a Frank, advirtiéndole en silencio.
Percibiendo la tensión, Frank se apresuró a asegurarse de que los resultados del examen de Janet se trataran correctamente, deseoso de arreglar las cosas.
En la sala de espera, Janet estaba tumbada en el acogedor sofá, con la cabeza apoyada en el regazo de Brandon. Sus dedos amasaban suavemente su cintura, pero para su sorpresa, no había rastro de la incomodidad anterior. ¿Podría haber sido todo imaginario?
Justo cuando Janet empezaba a relajarse, Frank irrumpió en la habitación con un grupo de médicos de aspecto sombrío. Al notar la tensión, a Janet se le encogió el corazón. «¿Qué pasa?», preguntó.
Frank y Brandon intercambiaron una mirada grave, sus expresiones reflejaban la seriedad de la situación.
«Ya están los resultados», dijo Frank. «Tu cintura está bien, pero… estás embarazada. El dolor que sentiste antes era señal de un aborto».
¿Embarazada? ¿Aborto espontáneo?
Las palabras de Frank golpearon a Janet como una tonelada de ladrillos, dejándola aturdida por un momento antes de asimilar la realidad. Con manos temblorosas, se tocó el abdomen en busca de confirmación. «¿Dices que estoy embarazada?», preguntó, con la voz temblorosa por la incredulidad.
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