La novia más afortunada
Capítulo 1707

Capítulo 1707:

En la sala, Locke abrió una caja de comida y se acercó a Mandy. «Es casi la hora de cenar. Debes de estar empezando a tener hambre. Te he traído tu comida favorita».

Mandy, sentada en la cama, lanzó una mirada desinteresada a la caja de comida que Locke tenía en la mano y no le prestó atención. Se reclinó, cerró los ojos y dijo: «Tengo sueño y necesito descansar. Deberías irte ya».

Sus palabras tenían un claro sentido de despido, pidiendo explícitamente a Locke que se marchara. Sin embargo, parecía que Locke no se daba cuenta de su negativa. Se limitó a dejar la caja de comida en la mesilla de noche. Mandy siguió ignorándole, tumbada y sin responder. Estaba irritada y no quería interactuar con él.

Después de dejar la caja de comida, Locke se sentó en un sofá cercano, se ajustó las gafas y habló en tono amable. «No pasa nada. Si tienes sueño, descansa. Yo estaré aquí y podremos charlar más tarde, cuando hayas descansado bien». Miró el reloj y se detuvo un momento. Luego añadió: «Hoy no estoy ocupado, así que puedo hacerte compañía».

Al ver la serenidad de Locke, Mandy se sintió más frustrada.

Se sentó bruscamente en la cama, cogió una almohada y se la lanzó.

Locke no intentó esquivarla y dejó que la almohada le golpeara con fuerza. Permaneció en silencio, mirando a Mandy con serena compostura.

Los ojos de Mandy ardían de ira. Apretó los dientes y exclamó: «Me voy a dormir. No te quiero aquí, y desde luego no quiero verte. Por favor, vete».

Con la almohada aún en las manos, Locke se levantó y caminó hacia la cama.

Al ver su alta figura acercarse, el miedo de Mandy la hizo levantarse para intentar escapar. Pero Locke le puso una mano en el hombro y la instó suavemente a que volviera a tumbarse.

Mandy luchó por liberarse de su agarre, pero la firmeza con la que Locke la sujetaba el hombro no le dejaba espacio para escapar.

Le temblaban las pestañas y respiraba rápida y superficialmente. El miedo tiñó su voz cuando dijo: «No… No hagas tonterías. Estamos en el hospital».

A medida que Locke se acercaba, le envolvía el aroma único y elegante que desprendía Mandy, totalmente cautivador.

Mandy, paralizada por el miedo, cerró los ojos con fuerza y permaneció en silencio.

Al notar el intenso miedo en la expresión de Mandy, Locke no pudo evitar sentir una profunda decepción. Dejó escapar un suspiro de impotencia, luego le levantó suavemente la cabeza, volvió a colocar la almohada y la recostó con cuidado.

Mandy estaba desconcertada por la repentina amabilidad de Locke. No entendía sus intenciones, pero su miedo aún persistía. Lo miró y le preguntó: «¿Qué piensas hacer?».

Locke sonrió cálidamente a Mandy y le alborotó el pelo. «Te prometo que no volveré a hacerte daño. ¿Puedes dejar de tenerme tanto miedo?».

A Mandy esto le pareció casi risible. Lo miró con una expresión de desprecio en los ojos. «¿No volverás a hacerme daño?».

«No, no lo haré. Locke negó con la cabeza, con expresión firme e inquebrantable.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar