La novia más afortunada -
Capítulo 1611
Capítulo 1611:
La respuesta de Brandon fue lenta, cada palabra elegida meticulosamente y llena de insinuaciones. «¿En serio? Entonces, asumiendo que compartimos el vínculo familiar, explica tu animosidad hacia Janet. Y la audaz idea de seducirme. Esas no son propuestas de primos, Audrey, ¿verdad?»
En esa breve intersección de tiempo, Audrey se encontró atrapada en la red de la mirada intensa, casi depredadora, de Brandon. Cada latido de su corazón resonó en sus oídos, y los pensamientos que arremolinaban en su mente se detuvieron de repente. Desesperadamente, trató de mantener una apariencia de calma, aunque el temblor en su voz delataba su inquietud. «Brandon», comenzó, sus palabras tropezando unas con otras, «solo estaba tratando de…»
Brandon respondió, su voz suave pero con un toque de seriedad: «Ahora no es el momento para juegos. Solo sé honesta».
Las consecuencias que podría tener su indiscreción estaban más allá de su imaginación. Lo que habría sucedido si hubiera sucumbido a la seducción de Audrey era inquietante, especialmente si Janet se hubiera topado con ella. Sin embargo, su precaución resultó ser su gracia salvadora y evitó el desastre.
No obstante, la audacia de Audrey al ponerse la ropa de Janet y acostarse en la cama provocó una tempestad de repulsión dentro de él. La profundidad de su disgusto era inconfundible y se reflejaba en sus ojos entrecerrados.
En ese momento, la memoria de Audrey volvió a las palabras de Janet. Para él, ella era solo una sombra. No importaba cuán atractiva pudiera ser, Brandon nunca flaquearía. Una vez pensó que tal lealtad era absurda, suponiendo que todos los hombres tuvieran su talón de Aquiles. ¡Cuán completamente equivocada se había sentido!
Ahora se encontraba medio enterrada en el suelo, torturada y presionada para revelar la verdad. Era a la vez patético y ridículo.
Con un fugaz indicio de evidente vergüenza, Audrey se aclaró la garganta. «Brandon, antes de que la verdad de nuestro parentesco saliera a la luz, albergaba un profundo afecto por ti. Pero anoche, las palabras de Janet tocaron una fibra sensible, provocando un error en mi juicio que me llevó a este plan equivocado».
Brandon, sin pronunciar palabra, mantuvo su mirada concentrada en ella. Cada matiz y cada emoción que ella mostraba eran transparentes para él.
Audrey, sintiendo su escepticismo, añadió apresuradamente: «Te prometo que nunca más volveré a permitirme escapadas tan irreflexivas. Brandon, créeme, he aprendido. ¡Por favor, te ruego comprensión!»
Levantándose, Brandon respondió con un suspiro: «Te di la oportunidad una vez. Como no la apreciaste, verás un lado de mí que no te gustará».
La sangre desapareció del rostro de Audrey. «¿Qué quieres decir? ¡Cada palabra que he dicho ha sido verdad! ¿No puedes ver el parecido en mis rasgos? ¿No se hace eco en mi cara el rostro de mi madre? ¿Cómo puede existir tal parecido sin lazos de sangre?»
Brandon la miró, su expresión era una mezcla de lástima y desdén. «¿Pensaste que no me daría cuenta?»
La confusión bailó en los ojos de Audrey. «¿Notar qué exactamente?» Sintió que Brandon estaba a punto de exponer su mayor secreto.
Su risa, desprovista de calidez, resonó. «Los signos sutiles pero reveladores de alteraciones cosméticas en tu rostro. Pueden escapar a lo común, pero no a alguien con experiencia médica».
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