La novia más afortunada -
Capítulo 1438
Capítulo 1438:
Brandon miró a Janet, incrédulo.
“Tú… ¿No me reconoces?”
Mientras se sacudía la suciedad de la ropa, Janet estudió el rostro del hombre y negó con la cabeza.
“Esta es mi primera vez aquí. Nunca te había visto antes. ¿Me conoces?”
Una mirada sombría cruzó el rostro de Brandon.
Su mano temblaba mientras intentaba tocar la familiar cara del alienígena.
Sin embargo, Janet instintivamente dio un paso atrás, evitando su alcance.
Ella propuso ansiosamente:
“No es seguro aquí. Deberíamos irnos”.
Janet agarró la mano de Brandon y corrió hacia la salida.
Mientras corrían, ella preguntó:
“¿Conoces la salida? La gente aquí es aterradora. ¡Un movimiento en falso podría ser fatal!”.
La voz de Janet, cortés y distante, llevó el corazón de Brandon a un abismo de desesperación.
Janet no lo recordaba…
¿Qué había trascendido?
¿Qué le había pasado a Janet durante su secuestro?
¿Por qué había perdido la memoria al no poder recordarlo?
¿Por qué había cambiado su apariencia sutilmente?
¿Por qué parecía una persona completamente diferente?
Innumerables preguntas invadieron la mente de Brandon.
Mirando la esbelta silueta de la mujer, Brandon se vio inundado de preguntas que deseaba hacerle.
Sin embargo, cuando trató de expresarlos, las palabras le fallaron. Todo lo que podía hacer era seguir sus pasos y salir.
En ese momento, parecían una pareja en fuga, dejando atrás toda la confusión y el caos. El vasto mundo parecía estar compuesto solo por ellos dos.
Los ojos de Brandon se detuvieron con cariño en el rostro familiar de Janet. Su corazón inquieto, por una vez, encontró consuelo en ese momento.
Anhelaba que el tiempo se congelara en ese instante…
Corrieron por lo que pareció una eternidad y se encontraron con varias personas que intentaban obstaculizar su camino.
Sin embargo, todos fueron frustrados sin esfuerzo por Brandon.
Finalmente, salieron de los confines del casino a una calle bulliciosa.
Deteniéndose para tomar aliento, Janet inspeccionó el entorno desconocido. Una sensación de alivio la invadió cuando dijo:
“Deberíamos estar a salvo aquí”.
Por el contrario, Brandon hizo un gesto hacia su izquierda y respondió:
“Todavía no es seguro. Todavía nos persiguen”.
Siguiendo su línea de visión, Janet vio varias figuras siniestras que intentaban abrirse paso entre la multitud en su dirección.
Afortunadamente, todavía estaban enclavados en un mar de personas, y los perseguidores aún no habían detectado su ubicación.
Agarrando ansiosamente la manga de Brandon, Janet expresó su preocupación:
“¿Cuál es nuestro próximo movimiento? ¿Deberíamos seguir corriendo? Nos están siguiendo demasiado de cerca para que podamos evadirlos”.
Con una palmada tranquilizadora en la mano de Janet, Brandon le hizo un gesto para que mantuviera la calma.
Sus ojos se movieron a su alrededor y finalmente se posaron en un taxi cercano. Brandon se quitó su costoso reloj de pulsera y se lo arrojó al taxista, negociando:
“Entregue su auto y el reloj es suyo”.
El taxista, que no estaba familiarizado con el valor del reloj, preguntó con un fuerte acento:
“¿Cuánto vale este reloj? ¿Me estoy quedando sin dinero si cambio mi auto por él?”.
Cada vez más impaciente, Brandon decidió no entretener más al conductor. Rápidamente lo sacó del vehículo y se subió él mismo.
Pensando que le estaban robando, el conductor comenzó a gritarle a Brandon:
“¿Me estás robando el auto? ¡Ayuda! ¡Atrapa al ladrón!”.
El revuelo creado por el conductor llamó la atención de los perseguidores.
Al darse cuenta de la perturbación, se abrieron paso con fuerza a codazos entre la multitud hacia Brandon.
Brandon golpeó el asiento del pasajero con urgencia, lo que le indicó a Janet:
“¡Se nos acabó el tiempo, súbete al auto!”.
“¡Bueno!”
Sacada de su ensimismamiento, Janet se subió rápidamente al asiento del pasajero del taxi.
Mientras el taxista continuaba gritando, Brandon se alejó a toda velocidad, dejando tras de sí a los nerviosos perseguidores.
Janet volvió a mirar al conductor y gritó por encima de la ráfaga de viento:
“¡Ese reloj vale millones!”.
Su voz se desvaneció con el viento, y no estaba segura de si el conductor la había oído siquiera.
Una risa escapó de Brandon ante el comentario de Janet.
“¿Sabes el precio de ese reloj?”
Janet se agarró el cinturón de seguridad y miró a Brandon con un poco de vergüenza.
“Vi el precio del reloj en línea. Vale millones. Este taxi, después de la depreciación, vale solo unos pocos miles. ¿No te parece una gran pérdida?”
Brandon encontró diversión en los meticulosos cálculos de Janet.
Recordó los primeros días de su matrimonio cuando habían vivido frugalmente.
Janet siempre había sido prudente con el dinero, asegurándose de contabilizar cada centavo para evitar contratiempos financieros.
No había anticipado que ella mantendría este rasgo incluso después de perder la memoria.
Parecía que, independientemente de los sutiles cambios en su apariencia y comportamiento, seguía siendo la astuta y encantadora Janet, su amada esposa.
De repente, el terror se apoderó de Janet cuando miró por la ventana y gritó:
“¡Nos están ganando!”.
Janet lanzó una mirada de pánico por la ventana, acercándose a Brandon.
“Están en motocicletas. ¡Son demasiado rápidos!”
Brandon inmediatamente se puso en alerta máxima.
Con una mano, hizo girar el volante; con la otra, acercó a Janet, presionando su cabeza contra su muslo y abrazándola con fuerza.
Afuera de la ventana del pasajero, un grupo de hombres vestidos de negro en motocicletas cerró la brecha de manera constante, tratando de detener el taxi a la fuerza.
¡Estaba claro que estos hombres no tenían intención de dejarlos ir sin luchar!
Con Janet asegurada en sus brazos, Brandon pisó a fondo el acelerador.
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