La novia más afortunada -
Capítulo 1328
Capítulo 1328:
El amanecer se había sacudido en las garras de la noche, pero las sombras: bajo los ojos de Janet todavía se aferraban, restos de un sueño inquieto.
Su mente, una casa embrujada, había estado infestada de pesadillas. Figuras sin rostro merodeaban a través de sus sueños, hambrientas de su paz, o Vivi, su rostro una máscara carmesí, gritaba acusaciones de injusticia desde más allá de la tumba.
Este ataque espectral había dejado a Janet con una melancolía que se aferraba a ella como una segunda piel.
Sin embargo, ella se recuperó. Recogió sus cosas y se armó de valor para el trabajo del día.
Su esposo, Brandon, observó su tez pálida con el ceño fruncido. Sugirió una preocupación genuina en sus palabras: «Tal vez deberías considerar tomarte el día libre. Me temo que los parientes de Vivi podrían provocar una tormenta en el estudio y podrías quedar atrapada en el fuego».
Pero Janet fue inflexible. Su voz, un susurro férreo, respondió: «El estudio aún está en sus inicios y ya estamos atravesando una crisis de este tipo. Es crucial que yo esté allí, guiándolo. No puedo abandonar a mi equipo ni mostrar una pizca de miedo».
Brandon se encontró frente a un objeto inamovible. Concedió, un gesto solemne a su bandera blanca. «Al menos promete ser cautelosa. Si algo sale mal, quiero saber de ti inmediatamente».
Janet se acercó, presionando un beso tranquilizador en la mejilla de Brandon. «No te preocupes», la tranquilizó. «Resistiremos esta tormenta».
Justo cuando estaba a punto de ponerse sus zapatos, sonó su teléfono.
La voz de Lexi sonó a través de la línea telefónica, su tono tan tranquilo como siempre. «Jefe, ¿Cuándo puedo esperarla? La factura de electricidad del estudio está vencida y tenemos que liquidarla».
Janet se quedó inmóvil antes de responder con calma: «Estoy en camino. Solo espera».
Sin una palabra, Brandon se inclinó para ayudar a Janet con sus zapatos. Una vez que terminó la llamada, preguntó, con curiosidad tirando de sus cejas, «¿Pasa algo en el estudio?»
Los dedos de Janet bailaron sobre la pantalla de su teléfono mientras compartía: «Lexi pagó la factura de la electricidad, mil dólares, hace unos días. No hay forma de que estemos atrasados».
Su ceño se profundizó, un presagio de tiempo tormentoso. «Algo está mal». Con el ceño fruncido por la preocupación, Janet asintió.
«Es posible que el problema ya haya llegado al estudio y Lexi podría estar en el punto de mira. Su llamada podría haber sido una súplica velada de ayuda. Necesito llegar allí lo antes posible».
Brandon le tendió la mano, una oferta tácita de solidaridad.
«Enfrentemos esto juntos. Llevaremos el destacamento de seguridad con nosotros. Lo que sea que se nos presente, lo superaremos».
Con los labios apretados en una fina línea, Janet asintió.
Mientras viajaban al estudio, Janet se removió inquieta en su asiento. «Por favor, acelera. Temo por Lexi».
La mano de Brandon apretó la de ella, sus palabras un bálsamo calmante. «Lexi estará bien».
Las lágrimas inundaron los ojos de Janet, su voz temblaba mientras confesaba, «Si le pasa algo a Lexi, nunca me lo perdonaré.
«No te preocupes.» Brandon se inclinó, su voz como una manta reconfortante. «El equipo de seguridad ya está en camino. Mantendrán a Lexi a salvo.»
El consuelo ofrecido por Brandon inspiró un momento de respiro a los tensos nervios de Janet.
Sin embargo, la calma era fugaz, el latido de su corazón se aceleró de nuevo mientras contemplaba la confrontación inminente.
¿Podría este caos ser obra del titiritero que aún no había desenmascarado? ¿Fue esta agitación otro hilo en su intrincada red de conspiración? Y lo más importante, ¿Cómo iba a contrarrestarlo?
Un solo paso en falso podría tener consecuencias catastróficas, aumentando potencialmente la crisis y empañando la posición de la Familia Larson y la Familia White.
Estos terribles pensamientos avivaron las llamas de su ansiedad.
Una pesada carga se instaló en su pecho, una piedra que se hundía en las profundidades de un lago en calma, tirándola hacia abajo con su peso.
El único consuelo que Brandon podía ofrecer era el apretón tranquilizador de su mano, una promesa silenciosa de apoyo inquebrantable. Sin embargo, no podía quitarse de encima la sensación de impotencia que rondaba a Janet como un espectro.
En el silencio, el auto se detuvo frente a la entrada del estudio.
La vista que recibió Janet fue una escalofriante confirmación de sus peores temores.
El estudio fue engullido por un mar de gente, olas de charla rompiendo contra sus paredes. La cacofonía era una tormenta de voces, los temas de sus acalorados debates perdidos en el caos.
En el momento en que los tiburones de los medios vieron el auto de Brandon, se abalanzaron hacia él, dando vueltas como buitres. Sus cámaras eran un aluvión de flashes, sus preguntas eran balas disparadas sin descanso a través de las puertas de los autos.
«Señorita White, ¿Cuál es su perspectiva sobre la trágica muerte de Vivi?”
«Señorita White, los rumores sobre su participación en la muerte de Vivi están circulando. ¿Hay algo de verdad en estas afirmaciones?”
«Señorita White…»
Llovieron las preguntas, cada una de ellas una súplica sedienta por la respuesta de Janet.
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