Capítulo 68:

¿Podría ser que Tyson hubiese agarrado prestada la tarjeta de membresía de Nolan Reyes?

Esa era ahora la pequeña y persistente duda en el fondo de la mente de Celia.

Después de todo, se decía que muy pocas personas eran socias de ese restaurante.

No obstante, ahora que lo pensaba bien, había mucha gente con ese apellido, y Nolan ya era una figura muy misteriosa. Además, ¿Cómo era posible que Tyson conociera a alguien como él? Debía ser algún tipo de coincidencia, y tal vez ella solo estaba pensando demasiado.

Por otro lado, Tyson dijo que la que tenía era la tarjeta de membresía de Wayne, quien se la había prestado, así que lo más probable era que ella hubiese leído mal.

Al final, decidió no darle más vueltas al asunto.

“Entiendo. Me aseguraré de tener cuidado».

«Bueno, tampoco tienes que ponerte nerviosa», dijo Alita reconfortante.

“Estoy segura de que el Señor Reyes sabrá lo talentosa que eres».

Con una sonrisa tímida, Celia sacudió la cabeza repetidamente.

“No lo creo».

Entonces Alita decidió cambiar de tema.

“Por cierto, ¿Cómo está Flavia?».

Celia vaciló por un momento antes de responder.

“Tuvo una recaída.

Afortunadamente no es nada grave».

Habiéndolo pensado por un rato, decidió que era mejor no decirle a su amiga que a la anciana le habían diagnosticado uremia.

Y es que Alita era de muy buen corazón, de modo que si supiera sobre eso, de seguro se ofrecería como voluntaria para ayudar a recaudar dinero.

El asunto era que ella pertenecía a una familia normal y corriente, y su salario tampoco era alto, así que Celia no quería involucrarla en ese tipo de problemas.

De pronto el taxi se detuvo frente al edificio del Grupo Semshy.

“Bueno, ya llegué», informó Celia.

“Hablamos luego, ¿De acuerdo? No te vayas a quedar despierta toda la noche trabajando, y trata de descansar un poco».

«Está bien, solo envíame un mensaje si sucede algo; te llamaré tan pronto como lo lea».

No bien salió del auto, Celia quedó sorprendida por el imponente edificio frente a ella.

Ella había pensado que el del Grupo Evans era bastante magnífico, pero este era claramente muy superior.

De hecho parecía ser más lujoso que un palacio real, y aunque su altura era ligeramente inferior a la del Grupo Evans, cubría un área del doble del tamaño. La vista majestuosa fue suficiente como para dejarla sin aliento.

Tras quedarse frente al enorme vidrio revisándose en su propio reflejo, cruzó las puertas y se dirigió directamente a la recepción.

La recepcionista que la atendió era alta y hermosa, y la registró con cortesía y una sonrisa amistosa.

No obstante, justo cuando Celia estaba a punto de preguntarle adónde debía ir, de repente escuchó que alguien exclamaba desde atrás: «¡Ya la Señorita Duffy llegó!».

El día anterior Celia había buscado a Brea en internet, y descubrió que la familia de esta estaba involucrada en el negocio inmobiliario. También se decía que tenía un temperamento típico de las mujeres ricas engreídas, por lo que todos los que la conocían se aseguraban de saludarla con respeto.

Dándose la vuelta, vio que Brea caminaba hacia ella con varios asistentes siguiéndola.

En un exquisito vestido negro que resaltaba su figura perfecta, llamaba bastante la atención, y eso junto con su maquillaje audaz y glamoroso, la hacía lucir elegante, salvaje y encantadora al mismo tiempo. Definitivamente se convirtió en el centro de atención en un instante, y todos la saludaron cortésmente a su paso.

“Bienvenida, Señorita Duffy».

Dejándose llevar por la atmósfera, Celia inconscientemente también la llamó «Señorita Duffy», y deteniéndose de repente, esta se volvió hacia ella y se quitó los lentes de sol con una sonrisa encantadora.

“Solo llámame Brea».

Asombrada por eso, Celia no pudo evitar sentirse halagada.

En un segundo, la gente a su alrededor estalló en susurros.

«¿Quién es ella? ¿Cuál podrá ser su relación con la Señorita Duffy? ¿Por qué la Señorita Duffy es tan amable con ella?».

Acercándose a Celia, Brea la presentó a la multitud.

“Ella es la diseñadora que acabo de contratar. A partir de hoy, estará a cargo de crear toda mi ropa».

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