Capítulo 28:

Cuando Celia vio la tremenda factura, le dolió el corazón «¡Es demasiado cara!».

No podía soportar pensar que la comida que acababan de comer equivalía a varios años de su salario.

Tyson estiró su largo brazo, la rodeó por la cintura y la consoló: «No te preocupes, estamos gastando el dinero de Wayne. No tienes que sentirte mal por ello».

En ese momento, un hombre entró corriendo en el restaurante y, cuando oyó sus palabras, su cara se torció.

«¡Dios mío! ¿Por qué Dios no puede atender los sentimientos de un hombre soltero como yo? ¿En serio tiene que dejarme ver tus muestras de amor?», dijo Wayne, sonando celoso.

Celia se soltó enseguida de los brazos de Tyson al verlo.

Wayne se dio cuenta de que había arruinado el ambiente romántico, así que se apresuró a decir: «Oh, deja que te abrace, no te preocupes por mí. No es común que él se enamore… Más tarde, seguro que me culpará por arruinar tu cita».

La expresión de Tyson se ensombreció. Pero, al ver el rostro sonrosado de su esposa, su ira casi desapareció.

Ella se veía tan linda cuando se sonrojaba. Encontró eso más interesante que molestarse, así que se giró hacia el otro y le entregó la cuenta.

“Paga esto», indicó.

Wayne la tomó y dijo: «Iré abajo ahora».

Tyson volteó hacia Celia y le dijo: «Cece, espera aquí un momento, iré con él».

Ella asintió con una sonrisa y no se movió de su asiento.

Cuando Tyson se dirigió al mostrador de abajo, se encontró con que Wayne ya había pasado su tarjeta.

Tan pronto como el otro lo vio, enseguida habló: «Lo puse en tu cuenta como me lo pediste. No te retractes de tus palabras».

Tyson resopló con frialdad.

“Mírate… Voy a transferir diez veces el importe a tu cuenta».

El comportamiento de Wayne cambió al instante.

“¡De verdad mi mejor amigo! Ven aquí, te daré un abrazo como muestra de mi gratitud».

Tyson le dirigió una mirada fría y masculló: «Hazlo si te quieres morir a golpes».

Wayne agitó la mano y enseguida cambió de tema.

“¿Vas en serio con ella?

¿Realmente piensas en vivir juntos?».

«¿Qué otra cosa esperas que haga? ¿Crees que me casé solo por diversión?», replicó Tyson.

Wayne se quedó reflexionando un rato. Luego sonrió y contestó: «Claro, pero aun así me sorprendes, porque nunca has estado en una relación romántica con ninguna mujer y, de la nada, te casaste».

Soltó un respingo y agregó: «Me pareció un raro milagro. Solía pensar que no te interesaban las mujeres y que eres homose…».

Antes de que Wayne pudiera terminar sus palabras, Tyson le interrumpió: «Tiene que seguir actuando conmigo. Ella solo sabe que soy Tyson Shaw, no conoce mi otra identidad. No lo arruines. De momento, nadie conoce mi otra identidad, excepto tú. No quiero ocultárselo a Cece, pero aún no es el momento de decirle la verdad. Si te atreves a filtrar cualquier información sobre mí, ya sabes las consecuencias».

Tras decir esto, añadió: «Recuerda que ahora soy muy pobre».

«¿Tú? ¿Pobre? ¡Ja! Eres tan ‘pobre’ que solo te queda dinero», dijo Wayne con sarcasmo.

Él simplemente no lo entendía. Cuando los hombres querían conquistar a una mujer, siempre hacían alarde de su riqueza por miedo a que ella los despreciara y huyera con uno más rico. Pero Tyson era diferente, él fingía ser pobre.

Wayne creía que eso era probablemente lo que hacía especiales a los peces gordos.

Después de pagar la cuenta, siguió a Tyson de vuelta al salón de VIP, solo para quedar desconcertado por la escena que se desarrollaba en el interior.

«¿Qué haces?».

Celia estaba dando instrucciones a un grupo de camareros para que recogieran los platos inacabados y, al ver a los dos chicos de regreso, sonrió y comentó con simpleza: «Me llevaré las sobras a casa».

Tyson no mostró ninguna señal de disgusto, pero caminó hacia ella, le agarró la mano y murmuró con ojos lastimeros: «Niña tonta, no tienes que llevarte las sobras a casa. Si quieres, te traeré aquí la próxima vez».

La muchacha apretó la boca y soltó: «El no desperdiciar la comida es una virtud. Este lugar es muy caro, así que sé que no volveré a venir».

Su esposo espetó sin dudarlo: «No te preocupes por el dinero, la próxima vez también le pediremos a Wayne que nos invite».

Volteó a ver al otro, como una señal.

Wayne de inmediato lo captó y comentó: «Si quieres volver a comer aquí, puedes venir cuando quieras. Solo cárgalo a mi cuenta, estaré encantado de invitarte».

Celia sacudió la mano con timidez.

“¿Cómo puedo molestarte de esa forma? Tu dinero no crece en los árboles, ¿No es así?».

Tras decir eso, continuó pidiéndoles a los camareros que empacaran las sobras para ella.

Wayne quiso persuadirla de nuevo para que dejara de hacerlo, pero Tyson se unió a ella con una sonrisa cariñosa, dejándolo atónito, y sin poder evitar preguntarse si el problema estaba en sus propios ojos o en el cerebro de Tyson.

El presidente misterioso del Grupo Semshy empacaba sobras de comida con su esposa para llevárselas a casa.

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