Capítulo 21:

Ni bien cruzaron la puerta de la empresa y estuvieron afuera, Tyson le agarró la mano a Celia.

A pesar de que ella se sonrojó ante la muestra de afecto, no se soltó de él, en cambio, le dio un suave empujón con el hombro y murmuró tímidamente: «Tu amigo todavía está aquí…».

Los ojos de Wayne se abrieron como platos al mirarlos.

Si Tyson no lo hubiera tratado de la misma manera que siempre, él habría pensado que su amigo estaba poseído o algo así.

Fue solo después de que ella le habló que Tyson pareció recordar la presencia del otro.

«Deberías volver», le dijo sin más. Era más que obvio que simplemente quería que él se fuera para poder estar a solas con su esposa.

«¡Oye! ¿Cómo puedes cambiar tu actitud tan rápido?», cuestionó ofendido el otro.

“¿Acaso solo soy una herramienta a la que usas y luego la olvidas? Vine hasta aquí solo para que pudieras ayudar a tu mujer, ¿Y ahora tengo que verlos coquetear?».

Tyson lo silenció dirigiéndole una mirada fría, y en pocos segundos, Wayne se fue con sus hombres.

Celia lo vio marcharse sin más argumentos, y cuando ya no pudo contener su curiosidad por más tiempo, se volvió hacia su esposo.

“Tú y Wayne parecen ser cercanos. De hecho, parece que te respeta».

Tanto los Shaw como los Evans eran las dos familias más poderosas de la ciudad, pero Tyson era el miembro menos favorecido de la suya, por lo que no tenía sentido que Wayne lo respetara tanto.

Encogiéndose de hombros, él respondió como si nada: «Él me debía un favor que le hice hace un tiempo, es por eso que no puede distanciarse de mí incluso después de que los Shaw me desterraran».

Aunque pensativa, Celia asintió.

“Parece que es un buen hombre».

Estaba contenta de que Wayne fuera un amigo tan leal, aunque la verdad era que no lo esperaba. Antes de conocer a su esposo, ella siempre creyó que los ricos y poderosos tenían relaciones superficiales entre sí.

De pronto la cara de Tyson cambió en ese momento.

“¿Ah, sí?», preguntó, sintiendo una punzada de celos.

“¿Y quién crees que es mejor, él o yo?».

Lamiéndose los labios con nerviosismo, Celia sintió que no había forma de que pudiera responder correctamente a tal interrogante.

«¿No puedes elegir?», murmuró el hombre.

Al ver su rostro sonrojado, se divirtió mucho y decidió bromear con ella, así que dijo con un suspiro, «Es comprensible que no puedas elegir entre nosotros. Digo, después de todo, él es muy guapo y rico…».

Temerosa de que él la malinterpretara, Celia agitó la mano rápidamente y soltó: «No, no es eso. Dije que era un buen hombre solo porque te trató bien, pero yo no lo conozco. ¿Cómo podría siquiera saber qué tipo de persona es? Para mí, el mejor eres tú».

Su respuesta satisfizo al monstruo de ojos verdes en la mente de Tyson, e inclinándose, él le plantó un beso en la mejilla.

“¿Esa mujer de verdad es tu prima?».

Sorprendida por el cambio de tema, Celia se congeló por un segundo, y con un pequeño asentimiento, luego le respondió.

“Sí. Nunca nos hemos llevado bien, ni siquiera cuando éramos niñas. Ella suele meterse conmigo cada vez que puede».

Tyson no hizo más preguntas.

Tan pronto como pudiera, le iba a pedir a Briar que investigara a esa mujer, y si resultaba que ella era quien había dr%gado a Celia y ordenado al guardaespaldas y al conductor que la vi%laran, él la iba a hacer pagar muy caro.

No obstante, ahora había un asunto de mayor importancia que necesitaba ser tratado de inmediato.

«Cece, ¿Qué te gustaría almorzar?».

Haciendo una pausa por un momento, ella dijo confundida: «Pensé que ya tenías lista nuestra comida».

Con una sonrisa, Tyson respondió: «Esa ya está fría. ¿Por qué no almorzamos en un restaurante para celebrar tu renuncia?».

Después de darle vueltas a la idea, Celia negó con la cabeza y rechazó su oferta.

“No, deberíamos regresar a casa. Tenemos que empezar a economizar, pues perdí mi trabajo, y tenemos facturas que pagar».

Ante la mención de la palabra «casa», los labios del hombre se estiraron en una sonrisa.

“No nos afectará mucho si nos damos un capricho de vez en cuando».

Tomando la mano de su esposa como si fuera un tesoro invaluable, sugirió: «¿Te gustaría almorzar comida francesa? Conozco un restaurante, y todo en su menú es delicioso».

Al ver lo decidido que él estaba, Celia asintió y respondió: «Claro. Si realmente quieres almorzar allí, vamos».

Sonriendo triunfalmente, Tyson le pasó la mano por el pelo con cariño. Pasado un rato, llegaron a un restaurante llamado Rainbow. Resultaba que ese era uno de los lugares más caros de Hosworth, y los rumores decían que quienes cenaban allí eran todos ricos, poderosos y famosos.

Sin ninguna preocupación en el mundo, Tyson entró al restaurante con confianza, pero Celia vaciló en la puerta, incapaz de dar un paso más.

¡Cielos! ¿Por qué él la había llevado allí? ¡Ellos definitivamente no podían permitirse el lujo de comer en ese lugar!

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