Capítulo 2:

Celia estaba pensando en algo que hacer, pero, bajo la influencia de la dr%ga, estaba débil, y tenía un escolta en el auto que la vigilaba. Obviamente, no era factible luchar de forma temeraria.

Por fortuna, el afrodisíaco aún no había hecho efecto; sin embargo, lo haría, y debía encontrar una forma de salvarse antes de que ese momento llegara, porque ni se imaginaba lo que podría sucederle en caso contrario.

El auto iba más y más lejos, a un lugar remoto donde había pocas personas, cosa que le extrañó.

No iba a la casa de la Familia Shaw pues, siendo la familia más rica y poderosa de la Ciudad Hosworth, era imposible que ellos vivieran en una zona tan desolada.

Con eso en mente, los nervios la recorrieron.

¿Sería ese el ‘gran regalo’ que Cerissa mencionó?

Antes de que pudiera seguir pensando, sintió una ráfaga de calor procedente de su cuerpo, y un lujurioso brillo rojo apareció en sus mejillas.

¡Oh, mi$rda! El afrodisíaco hizo efecto.

Las ansias comenzaron a comérsela y, cuando el escolta vio su rostro sonrojado, no ocultó la obscenidad en sus ojos. La presionó en el asiento, sonrió l$scivamente y dijo: «Parece que el afrodisíaco ha hecho efecto».

¿Cómo sabía él que Cerissa la había dr%gado? Al parecer, eran cómplices.

La muchacha retorció su cuerpo y luchó con desespero, pero las oleadas de lujuria devoraron su razón.

«No te preocupes, te ayudaré ya mismo».

El guardaespaldas le esposó las manos y jugueteó frívolamente con su vestido de novia.

«¡Vaya! Nunca pensé que hoy tendría la oportunidad de acostarme con una mujer rica».

El chofer miraba por el espejo retrovisor de vez en cuando y, al ver la delicada piel de Celia debajo del vestido de novia, se inquietó cada vez más, e instó al otro: «¡Deprisa! Será mía después de ti. No te olvides de grabar un vídeo, la Señorita Kane hizo ese pedido especial».

Celia temblaba por todas partes, y sus ojos estaban llenos de odio.

Resultó que este era el ‘gran regalo’ al que se refería Cerissa. Ella de verdad quería destruirla, y entender eso conmocionó a Celia, pero se obligó a calmarse. No podía entrar en pánico en un momento así.

«Si la Familia Shaw se entera de que la novia fue vi%lada antes de la boda, ¿Crees que lo dejarán pasar sin más?».

En medio de su desesperación, la chica no tuvo más remedio que usar a la Familia Shaw como escudo, con la esperanza de disipar los malos pensamientos de estos dos hombres.

La cara del guardaespaldas se llenó de desprecio. Sacó una cámara y comenzó a grabar.

“Si a la Familia Shaw le importara Tyson el perdedor, no serías tú quien se casara con él hoy. Si ni siquiera lo quieren… ¿Quién te crees que eres?». Ella se mordió el labio inferior. Debido al efecto del afrodisíaco, su rostro enrojecido se volvió más delicado y hermoso.

No era una exageración decir que la expresión en su rostro bastaba para despertar el deseo de cualquier hombre.

El guardaespaldas le acarició la cara mientras grababa un primer plano y, al segundo siguiente, rasgó su vestido de novia blanco puro, dejando sus suaves y delicados hombros expuestos.

El sujeto tragó saliva y no pudo evitar elogiarla: «¡Qué hermosa eres!».

Miró su piel expuesta con avidez y no pudo esperar a presionarla debajo de él.

Los ojos de Celia se abrieron de par en par por la sorpresa. Estaba tan desesperada que se mordió el labio inferior, dobló las rodillas y golpeó con fuerza la entrepierna de aquel tipo, que dejó escapar un rugido dolorido, mientras las venas azules se hincharon en su frente.

Se bajó del asiento rodando y se cubrió la entrepierna, mirándola con fiereza.

Luego, se levantó con todas sus fuerzas, le dio una bofetada en la cara y maldijo con rabia: «¡P$ta! ¿De verdad te crees una dama pura y elegante de una familia rica? Solo te llamo señorita porque intento ser educado, ¿Pero te lo creíste?».

La bofetada del hombre hizo que Celia recobrara algo de conciencia y fuerza.

El chófer sonrió burlonamente y dijo: «¿Por qué te enfadas con ella? He visto muchas mujeres así, solo hazla tuya de una vez, verás que se volverá obediente después de eso y, tal vez, luego vendrá a ti en busca de una aventura. Después de todo, ese perdedor de la Familia Shaw puede no ser capaz de satisfacerla».

«Sí, tienes razón. Déjame domar a esta p%rra hoy», se burló el otro.

A Celia le disgustaron mucho sus sucias palabras y, al ver que ellos se reían con malicia y relajaron su vigilancia, aprovechó la oportunidad para agarrar el volante, sin importar el dolor que sentía en su rostro.

El conductor se asustó mucho, ya que no esperaba que ella hiciera algo así.

“¡Estás loca! ¡¿Quieres matarnos a todos?!».

Aunque el guardaespaldas seguía tirando de la muchacha hacia atrás, el chofer seguía paralizado, presa del pánico, por lo que no consiguió estabilizar el volante.

En un abrir y cerrar de ojos, el auto perdió el control y chocó con un carro de lujo que se aproximaba, por lo que salió disparado a unos metros de distancia, dejando al escolta y al chofer bastante mareados. La cabeza de Celia también se golpeó contra la ventanilla, por lo que también se mareó, pero hizo todo lo posible por permanecer consciente, porque era el momento adecuado para huir.

A ella no le importaba el dolor que sentía por todas partes. Pateó al guardaespaldas con todas sus fuerzas, abrió la puerta del auto y huyó sin mirar atrás.

«¡Maldita sea! ¡Esa p%rra quiere escapar!», gritó el guardaespaldas, presa del pánico.

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