La novia elegida
Capítulo 46

Capítulo 46:

POV de Sophia

Actualmente me encontraba en la habitación del hotel, cambiándome el vestido de noche. Actualmente estábamos en Bora Bora para nuestra luna de miel.

Nick había planeado nuestra luna de miel unos días después de mi cumpleaños. Ni siquiera sabía a dónde íbamos a ir antes de llegar aquí. Sorpresa, como él dijo que era. Había intentado seducirle para que cediera, pero todo fue en vano. Pero finalmente, cuando me enteré de que estábamos en Bora Bora, me quedé extasiada y sin duda mereció la pena el suspense.

Ethan se mostró escéptico ante la idea de perderme de vista y necesitó que Nick le convenciera y le diera muchas garantías antes de aceptar quedarse con mamá y papá.

En ese momento, Nick estaba duchándose después de que volviéramos de cenar.

Había metido en la maleta algo de lencería para prepararme para la luna de miel. Pero ahora mismo, me sentía nerviosa. Estaba segura de que quería entregarme a él, estaba lista para consumar nuestro matrimonio. Pero el nerviosismo me estaba matando. Era la inseguridad en mí misma lo que me ponía nerviosa. No tenía experiencia y no tenía precisamente el mejor cuerpo. Mis pensamientos se centraban en lo que Nick pensaría de mi aspecto.

Como si nada, Nick salió sólo con los pantalones puestos. Mis ojos recorrieron el reflejo de su cuerpo musculoso y tonificado que estaba en exhibición. Me vio mirándole y empezó a acecharme. Me mordí los labios y él sonrió levemente.

Acortó la distancia que nos separaba y me estrechó entre sus brazos. Cuando mi espalda chocó contra su pecho, una colonia fresca llenó mis fosas nasales. Apoyó la barbilla en mi hombro y me miró a los ojos a través del espejo.

«¿Disfrutando de la vista?» Susurró roncamente. Me mordí el labio inferior con más fuerza.

«Mucho». Mi respuesta fue instantánea. Por su expresión, supe que no esperaba una respuesta tan atrevida.

Se enderezó y me cogió por la cintura para mirarme.

Me miró fijamente a los ojos unos instantes antes de chocar sus labios con los míos. Sentí la familiar sensación de electricidad que me recorría y mis sentidos se volvieron locos. Sus suaves labios se amoldaron perfectamente a los míos saboreándolos y chupándolos. Le cogí el pelo con la mano y le devolví el beso con la misma pasión.

Sus manos rodearon mi cintura y me acercaron aún más, si es que era posible. Me apretó el culo y me hizo jadear. Aprovechando la ocasión, profundizó el beso. Metió la lengua y exploró cada rincón de mi boca.

Nuestras bocas luchaban por el dominio, pero al final era él quien llevaba la batuta. Después de lo que parecieron horas, nos separamos cuando nos quedamos sin aliento. Sólo un segundo después, sus labios volvieron a los míos.

Esta vez, cuando rompimos el beso, yo jadeaba, pero sus labios nunca abandonaron mi piel. Me besó a lo largo de la mandíbula y bajó por el cuello. Me mordió la base del cuello y pasó la lengua por la zona para aliviarla.

No pude evitar el gemido que se escapó de mis labios y que pareció animarle. Sus labios subieron hasta mordisquearme las orejas.

«Si no paramos ahora mismo, no podré controlarme». Susurró con voz tensa como si le costara decir esas palabras. Sonreí al ver que no quería obligarme a nada. En ese momento nada me parecía mejor que decir esas palabras.

«Entonces no te controles». Le susurré mordiéndome los labios. Se apartó un poco y me miró a los ojos en busca de confirmación. Me pregunté si podría ver a través de mi frágil yo.

«Sabes que no tenemos que hacerlo sólo porque estemos de luna de miel. Puedo esperar hasta que estés cómoda y dispuesta a…». Le di un picotazo en los labios para que se callara. Estaba tan orgullosa del hombre que era. Anteponía mi comodidad y mi voluntad a sus necesidades.

«Estoy segura y no estoy haciendo nada en contra de mi deseo. Quiero esto…» Esperó a que continuara. Me conocía demasiado bien como para saber que tenía algo en mente y me confirmó que no lo estaba dejando pasar.

«Yo… sólo que… No tengo un cuerpo de modelo y… y además es mi primera vez…». Susurré por lo bajo. Se quedó callado unos instantes antes de que dos dedos pasaran por debajo de mi barbilla y me levantaran la cabeza para mirarle.

«Escúchame y escúchame bien. Nunca debes estar insegura de ti misma.

Eres la mujer más hermosa que mis ojos mirarán jamás. En segundo lugar, no hay nada más precioso para mí que ser tu primero. Me siento honrado de ser tu primero y prometo ser tu único. Así que nunca dudes nada de ti porque amo cada centímetro de ti». Habló con tanta determinación y sinceridad que todas las dudas de mi cerebro salieron volando por la ventana.

«Yo también te quiero. Te quiero muchísimo». susurré.

Subí las manos y le pasé los dedos por el pecho manteniendo el contacto visual. Sus ojos se oscurecieron de deseo. Al momento siguiente me tenía inmovilizada, pegada a la pared adyacente con las manos por encima de la cabeza y me chupaba el cuello con dureza. Me apreté más a su cuerpo haciendo que nuestros pechos se tocaran.

Levantó mis piernas hasta rodear su cintura. Manteniendo nuestros labios pegados, me llevó hasta la cama y me tumbó con cuidado. Continuó con su dulce tortura hasta el fondo, haciéndome retorcer de deseo.

Era mi primera vez, así que me dolió un poco, pero me trató con la mayor delicadeza posible. La forma en que llevó mi cuerpo a las alturas del placer, superó cualquier maldito dolor. Nos perdimos en nuestras caricias, en nuestro puro y crudo deseo mutuo. La habitación se llenó con el sonido de nuestras pesadas respiraciones y gemidos llenos de lujuria.

La noche no se limitó a la intimidad física. Conectamos a través de nuestras emociones crudas y puras. Estábamos más unidos que nunca.

Me besó, me mordió y dejó marcas por todo mi cuerpo, reclamándome como suya. Pero, ¿qué puedo decir? Yo era suya, en cuerpo y alma. Sólo suya.

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