La mejor venganza
Capítulo 736

Capítulo 736:

Adelina, paralizada por el miedo, poco se parecía a la mujer asertiva y dominante de antes. ¡Había quedado reducida a una mera moneda de cambio!

Liam respondió con indiferencia: «Tal vez debería ofrecer a su desafiante hija a alguien que la aprecie más. Desde luego, la familia Hoffman no la aprecia».

Con un simple gesto de Liam, las tropas de élite de la familia Hoffman rodearon amenazadoramente la sala.

Al ver la postura inflexible de Liam, un furioso Abbott replicó: «Liam, tu audacia no tiene límites. Como una de las cuatro grandes familias, si llega el caso, lucharemos hasta el último aliento».

En ese momento, Abbott reunió a los restos de las fuerzas armadas de la familia Sandoval y los preparó para una última batalla desesperada contra Liam.

Liam permaneció impávido. El frío toque de la lanza indicaba que estaba dispuesto a acabar tanto con Abbott como con su hija.

A medida que aumentaba la expectación ante una batalla inminente, una repentina ráfaga procedente de las alturas lo cambió todo. Helicópteros armados rugieron por encima antes de posarse entre los espectadores.

De los helicópteros bajaron varios hombres elegantemente vestidos. Al frente del grupo había un rostro familiar para Liam. Era el viceministro del Ministerio de Defensa.

Una sensación de inquietud invadió a Liam.

Con una sonrisa agradable, el viceministro dijo: «Señor Hoffman, señor Sandoval, han pasado muchos años. ¿Considerarían la posibilidad de tomarse un breve descanso en su disputa sólo por mí?».

La vacilación de Liam era evidente, pero dada la posición del viceministro y su actitud amistosa, lanzar un ataque público contra la familia Sandoval no parecía apropiado.

Reconoció al viceministro y declaró: «El clímax del conflicto Hoffman-Sandoval ha llegado.

Sandoval ha llegado. A menos que su asunto aquí sea de máxima urgencia, le aconsejo que se retire. No querríamos ninguna baja involuntaria».

Sin inmutarse, el viceministro respondió: «Le aseguro que mis razones para estar aquí son cruciales. Por favor, acompáñeme a una breve reunión. Todo se aclarará».

Teniendo en cuenta el interés de Abbott por detener las hostilidades y la insistencia del viceministro, Liam aceptó a regañadientes.

Su animadversión hacia la familia Sandoval podía esperar. Sentía curiosidad por las intenciones del viceministro.

Dentro del edificio del Ministerio de Defensa.

Cuando Liam y el viceministro llegaron a la sala de conferencias, ya había un gran bullicio. No sólo había funcionarios federales, sino también algunas caras conocidas.

Tanto Javier, de la familia Ramírez, como Carville, de la familia Padilla, estaban presentes.

En el centro del escenario se encontraba un senador del gobierno federal que era una figura dominante en el ámbito político.

Tras comprobar que todos se habían reunido, el senador comenzó sin vacilar: «No quiero dejaros a todos adivinando. Los he reunido a todos hoy con la esperanza de que las cuatro grandes familias puedan poner fin a esta contienda. Vuestras acciones han perturbado gravemente tanto la seguridad pública como la estabilidad económica de Invone. Si nuestra estructura actual se altera, numerosas industrias sufrirán cambios significativos. Esto no es algo que el gobierno desee presenciar».

Los murmullos se extienden entre la multitud ante estas revelaciones.

Tanto la familia Sandoval como la familia Padilla se enfrentaban a la amenaza inminente de las represalias de Liam. En consecuencia, se inclinaron a aceptar la petición de armonía del hombre.

Con una sonrisa amable, Abbott respondió: «De hecho, la familia Sandoval apoya plenamente la postura del gobierno. Deseamos sinceramente que este conflicto termine para que podamos coexistir pacíficamente en adelante.»

En concordancia, Carville añadió: «Dado que es la directiva del gobierno, la familia Padilla la apoya firmemente».

Pero donde hay acuerdo, es inevitable que surjan disensiones.

El heredero de los Ramírez, Javier, que había visto cómo asesinaban a su familia, no iba a renunciar a su venganza tan fácilmente. Con una mirada penetrante clavada en Abbott y Carville, Javier golpeó la mesa con la mano, levantándose furioso.

«Me quitaron a mi padre. ¿Y ahora esperan que perdone y olvide? Imposible».

Liam se burló, sacudiendo la cabeza. «Cuando las familias Duncan, Sandoval y Padilla unieron sus fuerzas contra nosotros, ¿dónde estaba el gobierno? ¿Ahora hablan? No puedo aceptarlo».

El hombre del asiento principal tenía una expresión solemne. Había previsto que las cosas no serían fáciles.

Reconocía que su influencia no era lo suficientemente amplia como para arreglar esta desavenencia con meras palabras. Se esperaba la oposición de Liam.

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