La mejor venganza -
Capítulo 399
Capítulo 399:
En ese momento, un silencio se apoderó de la multitud mientras esperaban ansiosamente la sorpresa.
Con activos valorados en decenas de miles de millones, la ofrenda de la familia Riley tenía que ser algo realmente notable. Después de todo, una sorpresa mediocre ensombrecería la gran boda.
De repente, otro mensaje parpadeó en las pantallas: «¡Prepárense para alucinar!».
Yolanda apretó con fuerza el vestido de novia, tanto que sus dedos se mancharon de sangre.
Motas de sangre mancharon el vestido blanco.
Cada palabra de las pantallas le atravesaba el corazón como una aguja.
Yolanda aferró el vestido de novia con ambas manos y corrió hacia la sala de control que estaba junto al escenario.
Dentro, el personal de la mansión se apresuraba frenéticamente, con acciones alocadas y descoordinadas.
Debido a la oscuridad y a que los invitados estaban cautivados por las enormes pantallas, nadie se dio cuenta de que Yolanda se marchaba.
Las pantallas mostraron una cuenta atrás, captando la atención de todos. La gente empezó a soltar los cubiertos con los que comían y el vino que bebían mientras fijaban la vista en las pantallas. ¡Diez!
¡Nueve!
Ocho.
Tyler, sin embargo, sólo tenía ojos para Yolanda. Amor y alegría irradiaban de su mirada.
«Mi hermosa novia, ¿qué sorpresa me has preparado esta vez? Tengo tantas ganas de tenerte entre mis brazos».
Pero al momento siguiente, Tyler se quedó mudo.
Yolanda había salido corriendo hacia la sala de monitorización.
Una helada conmoción lo envolvió, sustituyendo el amor y la felicidad por el desasosiego y la confusión.
¿No había organizado ella la sorpresa?
Se dio cuenta de repente.
«¿Por qué no he recibido ninguna noticia sobre Liam? ¿Qué está pasando?»
Una abrumadora sensación de aprensión carcomía a Tyler. Su cuerpo temblaba violentamente mientras su mirada permanecía fija en la gran pantalla: ¡Siete!
¡Seis!
¡Cinco!
Dentro de la sala de monitorización, Yolanda vio la cuenta atrás y gritó: «¡Apagad las pantallas ya!».
El miembro del personal a cargo estaba al borde de la locura. Pulsó incesantemente el ratón, pero el incontrolable ordenador desafió sus esfuerzos.
Con una sensación de fatalidad inminente, le informó con urgencia: «¡Alguien ha pirateado el sistema! El ordenador está fuera de control».
La desesperación de Yolanda aumentó al mirar el número que aparecía en la pantalla.
¡Tres!
Dos.
Al borde del abismo, golpeó al hombre en la cara y se apresuró a desconectar el enchufe.
¡Uno!
En ese momento crítico, el ordenador se apagó.
La sala se quedó a oscuras.
El público, desconcertado, cuchicheaba entre sí.
«¿Qué acaba de pasar? ¿Dónde está la sorpresa?»
«¡Maldita sea! ¿Acaso la familia Riley arruinó la boda con este truco?».
Sin embargo, independientemente de las reacciones de los invitados, Yolanda dejó escapar un fuerte suspiro de alivio.
En el escenario, Tyler parecía aliviado con los hombros caídos.
En ese momento, Tyler quiso bajar corriendo a buscar la claridad de Yolanda.
Sin embargo, confinado en una silla de ruedas y bajo la atenta mirada del público, dudó en tomar medidas drásticas.
Todo seguía envuelto en la incertidumbre, dejándole totalmente desconcertado.
Cartwright frunció el ceño y murmuró: «¿Qué está pasando? No arruines esta boda».
Emory mostraba una expresión agria mientras se burlaba: «Empezó siendo una boda espléndida, pero ahora mira este desastre. ¡Pensé demasiado en esta chica de campo! Está claro que le falta refinamiento».
A diferencia de Tyler, que sintió miedo, todos estaban decepcionados con Yolanda en ese momento Sin embargo, en el instante siguiente, el ordenador, que había estado apagado, se encendió bruscamente.
El número que aparecía en la pantalla seguía siendo cero.
Tras unos parpadeos, apareció otra línea de texto: «Disculpas por la interrupción. La sorpresa no cesará. ¡¿Ya te has sorprendido?!»
Aquellas palabras golpearon a Yolanda como un fuerte mazazo, sacudiendo su mente Se quedó de pie en la sala de monitorización, con los ojos entrecerrados repetidamente.
Podía sentir la malicia incrustada en esas frases, como si se hubieran transformado en una fuerza tangible, envolviéndola por completo El cerebro detrás de todo esto había visto lo que ella hacía.
Ahora se burlaba de ella, asumiendo un aire de superioridad.
Una profunda sensación de impotencia se apoderó de Yolanda, haciéndola caer al suelo de inmediato. Se sintió como una humilde hormiga ante aquella persona, totalmente impotente.
Mientras tanto, los invitados al banquete permanecían ajenos a la gravedad de la situación. Por el contrario, lo encontraron divertido e incluso estallaron en carcajadas.
«Los jóvenes de hoy en día son muy hábiles para hacer trucos».
«¡Claro que sí! Pensé que lo habían estropeado todo».
Sin embargo, al momento siguiente, la escena que se desarrollaba en las pantallas dejó a todos con los ojos muy abiertos de asombro.
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