La Gamma 5 veces rechazada y el Rey Licántropo
Capítulo 151

Capítulo 151:

Con la revisión de Lucianne tras el incidente del veneno de la infertilidad, las falsas acusaciones de acoso sexual y la necesidad de cubrir los puestos ministeriales, Xandar había olvidado por completo contarle a Christian cómo no podía emitir la Autoridad del Rey allá en Forest Gloom.

Lucianne le apretó suavemente la mano para animarle mientras empezaba.

«Por alguna razón, cuando estuvimos cara a cara con los granujas la otra noche, no pude… canalizar la Autoridad hacia ellos. Sentí como si hubiera un bloqueo».

Zeke murmuró: «Eso significa que es como cuando tratamos de usar la Autoridad Alfa en no miembros de la manada. Hay un bloqueo».

Christian preguntó incrédulo: «¿Cómo es posible? La Autoridad del Rey funciona con todos los hombres lobo y licántropos, necios y pícaros por igual».

Lucianne susurró de pronto: «A menos que tengan algo que no se encuentra ni en un hombre lobo ni en un licántropo».

Juan preguntó: «¿Qué quieres decir, Lucy?».

Ella miró a su hermano, pensando en voz alta: «Los pícaros definitivamente tienen acceso a los mercados negros, que sin duda tendrían un montón de cosas tomadas de todas y cada una de las especies. ¿Y si el escudo de Jake es de otra especie, como, no sé, humanos o vampiros?».

Raden puso cara de asco y preguntó: «¿Estás diciendo que Jake bebió sangre de vampiro?».

Lucianne fue la única que se rió antes de responder: «No, Raden. No funciona así. La Autoridad del Rey no se dirige a nuestro torrente sanguíneo para hacernos obedecer, se dirige a nuestro sistema nervioso, a nuestras neuronas motoras, para ser más precisos.»

«Inglés, por favor, Lucy. Hay un campesino en la habitación», se quejó Toby, agitando la mano en el aire.

Lucianne explicó: «Básicamente, significa que la Autoridad sólo afecta a las células nerviosas que controlan cómo decidimos responder a un estímulo determinado. Por ejemplo, cómo huimos de un incendio forestal en lugar de acercarnos a él, o cómo ignoramos un insulto, aceptamos un elogio o luchamos contra una amenaza».

Toby se puso a pensar.

«Entonces, ¿lo que estás diciendo es que Jake tiene algo que blinda sus células nerviosas para que no respondan como nuestro Rey quiere que respondan?». Lucianne asintió sombríamente.

«¿Pero qué podría hacer eso?» preguntó Christian.

Xandar ofreció una sugerencia. «Los vampiros son inmunes a la Autoridad. Quizá sea algo de ellos».

Christian parecía incrédulo. «Cuz, dime que no estás sugiriendo que hicieron una operación completa del sistema nervioso para transferir el de un vampiro al de un pícaro».

La sugerencia de Christian inquietó a muchos de ellos, incluida su propia Duquesa.

Xandar se volvió hacia Lucianne y le preguntó: «¿Es eso posible, nena?».

Lucianne se lo pensó un momento antes de negar lentamente con la cabeza. «Que yo sepa, no. Pero en realidad no hace falta una operación tan importante si lo han hecho sencillo».

La sala se quedó en silencio y Lucianne continuó. «Todo lo que necesitas es encontrar la diferencia entre las neuronas motoras de nuestra especie y las de los vampiros. Las composiciones químicas diferirán, y los científicos sólo tendrían que crear una droga para estimular las neuronas motoras de los lobos y licántropos renegados, bloqueando temporalmente la Autoridad del Rey.»

«¿Has dicho ‘temporalmente’?» preguntó Xandar, con voz preocupada, mientras tomaba las manos de Lucianne entre las suyas.

Lucianne se encogió de hombros. «Sí, quiero decir que nuestro sistema nervioso sigue siendo el resultado de nuestro ADN, y nuestro ADN responde a la Autoridad del Rey. Teniendo en cuenta que Jake sigue siendo un lobo y no un vampiro, sigue teniendo genes de lobo. Si tiene genes de lobo, entonces…».

Lucianne hizo una pausa, ladeando la cabeza mientras pensaba en voz alta. «Entonces es difícil que pueda protegerse permanentemente».

Toby se dejó caer en su asiento y murmuró: «Gracias a Dios». El alivio inundó a todos, especialmente a Xandar, que necesitaba aquel poder arcaico para mantener a salvo a su compañera.

Entonces Annie preguntó: «Lucy, si existe una droga así, ¿por qué no se usa más a menudo? Si la tienen, los granujas podrían haber derrocado al gobierno cuando se estableció».

Lucianne pensó un momento antes de responder: «Podría ser por toda una lista de razones, Annie. Los productos químicos que necesitan pueden ser raros y, por tanto, caros o difíciles de encontrar. Puede que los proveedores no confíen en los nuevos compradores y teman que sean agentes encubiertos del gobierno. Ya sabes, ese tipo de cosas».

A medida que asimilaban los hechos, todos miraban a Lucianne con asombro. Xandar no pudo evitar besarle la mano mientras preguntaba, con evidente admiración en su voz.

«¿Cómo sabías todo esto, Lucy?».

Ella se encogió de hombros con indiferencia, como si no fuera gran cosa, y dijo,

«La teoría del mercado negro es sólo una suposición tras ver algunos documentales, cariño. ¿Y la ciencia? Sólo… libros».

Juan se burló y murmuró,

«Más bien una biblioteca». Sabía cuántos libros llenaban la habitación de su hermana en la manada. Cuando Juan pidió a sus padres un coche al cumplir diecisiete años, Lucianne pidió otra estantería.

Christian, siempre optimista, habló con tono alegre al concluir,

«Así que se puede decir que no pueden protegerse para siempre. La última vez estaban preparados porque pidieron batalla. Sólo tenemos que pillarles desprevenidos y ganaremos».

Lucianne entrecerró los ojos ante el duque y replicó,

«Lo dices como si perseguir y derrotar a toda una corporación rebelde fuera a ser fácil, Christian».

«Soy optimista, mi Reina. Sólo tenemos que aprovechar el factor sorpresa. Si atacamos cuando menos se lo esperen, no estarán preparados para defenderse. Los eliminaremos como moscas».

«Un pequeño problema», intervino Xandar, y luego se explayó,

«Las localizaciones que nos dio el licántropo pícaro eran todas callejones sin salida. Dalloway y su equipo no encontraron más que ruinas desiertas y lugares vacíos. Ahora mismo no sabemos dónde está la Corporación Wu Bi».

Christian asintió, rascándose la nuca, y dijo,

«Ah, sí. Eso es definitivamente un… pequeño problema».

Juan habló entonces.

«Lucy. Hale y yo estábamos pensando…».

Cuando todas las miradas se volvieron hacia él, incluida la de su hermana, continuó,

«Si de alguna manera pudieras entrar en el enlace mental de Jake con alguno de sus asociados para localizarlo».

Nadie se sorprendió tanto como Lucianne. Parpadeó antes de preguntar,

«Espera, ¿puedo hacer eso?».

Juan dudó, buscando las palabras adecuadas, y luego dijo,

«Merece la pena intentarlo, ¿no crees?».

Lucianne exclamó incrédula.

«¡No! ¡Definitivamente NO vale la pena intentarlo! Si meto la pata y me delato, tomarán represalias iniciando otra batalla con una manada vulnerable».

Contestó Juan en un tono más relajado,

«Eso no lo sabes. Además, puede que ni siquiera sienta tu presencia en el enlace si te quedas callado».

Esto fue una novedad para Lucianne.

«Juan, ¿estás diciendo que no sabías que me colé en el enlace del grupo de líderes de manada la última vez?».

«No hasta que me gruñiste», confirmó Juan con seguridad. Alrededor de la mesa, los otros líderes de manada asintieron con la cabeza.

«Huh». murmuró Lucianne. Siempre había pensado que, como cualquier vínculo mental normal, su presencia en un vínculo con el que no tenía ningún vínculo sería sentida inmediatamente por los demás miembros en cuanto entrara, incluso antes de que dijera nada.

Los ojos de Christian brillaron de emoción cuando se volvió hacia su prima.

«¡¿La Reina puede piratear los enlaces mentales y no me lo habías dicho?! ¿Sigo siendo tu primo favorito? ¿Cómo pudiste olvidarte de compartir algo tan genial?».

Lucianne trató de ignorar los dedos de Xandar que le pasaban suavemente por el pelo mientras pensaba un momento y contestaba,

«No estoy segura de poder hacerlo con alguien con quien no tengo ningún vínculo previo. Quiero decir, podría hacerlo con vosotros porque tengo un vínculo válido con Juan, y lo usé como puente para llegar al vínculo del grupo… pero, ¿cómo llego a Jake?».

«Quizá no necesites un puente, mi Reina», sugirió Christian con una sonrisa, de esas que dejaban claro que había dado con algo.

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