Capítulo 907:

Clayton se agarró el pecho, haciendo muecas como si cada respiración le doliera. «Kallie, me duele mucho».

«No te quedes ahí parado. Llevadlo al hospital, rápido», ordenó Kallie a los guardaespaldas, con voz firme.

Kallie no tenía intención de montar una escena, pero Jake, al observar su interacción, no pudo contener su resentimiento latente.

«Aunque quieras mostrarte afecto, no lo hagas aquí», comentó Jake. «Han pasado años y no esperaba que vuestra relación fuera tan estrecha. Cualquiera que nos viera pensaría que estabais casados. O que habíais sido pareja hace años». Su tono destilaba sarcasmo.

La mandíbula de Kallie se tensó, insegura de si Jake estaba realmente celoso o simplemente trataba de hacerla sentir incómoda. Se mordió la réplica, negándose a caer en su provocación. Cuanto más intentara explicarse, más culpable parecería.

Clayton, sin embargo, miró fijamente a Jake, con la voz cargada de amargo desafío. «Señor Reeves, no sé cómo le he ofendido para merecer esto, pero si tiene tantas ganas de hacerme daño, bien. Diríjalo hacia mí. Pero no arrastre a Kallie conmigo».

Jake miró a Clayton, que se hacía la víctima con facilidad, y soltó una risa desdeñosa, dando una palmada lenta.

«Mirad todos. Qué pareja tan perfecta y devota. ¿Pero no veis dónde estamos? Esta es mi empresa. Sólo quiero mantener a ciertas personas fuera de mi vista. ¿Es mucho pedir? ¿Esperas que os vea cariñosos en mi territorio y que siga siendo amable contigo?».

La ira de Jake se encendió, sus palabras se volvieron más agudas con cada momento que pasaba. Lanzó a Kallie una mirada fría y desdeñosa. «Kallie, no me importa con quién te metas, pero recuerda que nuestros tres hijos necesitan una orientación adecuada. ¿Crees que les estás dando un buen ejemplo? Tengo miedo de que los lleves en la dirección equivocada».

Kallie sintió sus palabras como un golpe, pero no reaccionó inmediatamente. En su lugar, hizo un gesto para que alguien ayudara a Clayton a subir al coche. Luego, Kallie se volvió hacia Jake, con la mirada endurecida. «Aunque sea imprudente, sigo siendo mejor madre que tú. Desapareciste durante años. Puede que tuvieras tus razones, o que dejara de importarte. Pero si de verdad estuvieras comprometido con tus deberes de padre, no habrías dejado de visitar a los niños del todo. Al menos, deberías haber ido a verlos cuando volvías. Pero nunca te molestaste. Eres el menos cualificado para decir que no me he ocupado de ellos».

Jake vio cómo Kallie se alejaba, y un extraño dolor le dio un tirón en el corazón por debajo de su ira. Actuando por impulso, le agarró la muñeca, sujetándola con firmeza. Kallie casi se tambaleó ante el repentino apretón. Cuando se volvió hacia él, Jake notó las lágrimas en sus ojos. Desde su encuentro de hoy, Kallie había derramado muchas lágrimas. Cuando se enfadaba, no hacía berrinches; su tristeza era siempre silenciosa, pero profundamente sentida.

Aunque no era abrumadora, la tristeza de Kallie se filtraba silenciosamente en la mente de todos, agobiando sus corazones. Jake había pensado que la angustia de Kallie lo llenaría de satisfacción, pero en lugar de eso, verla así despertó una profunda punzada de dolor en su interior. En el instante en que vio las lágrimas de Kallie, las duras palabras que había preparado desaparecieron de sus labios. Era como si hubiera perdido la capacidad de hablar. Lo único que podía hacer era mirarla fijamente.

Ajena a la agitación interior de Jake, Kallie habló con un tono gélido. «Sr. Reeves, tengo que ir al hospital a ver a Clayton, al que ha herido. Por favor, suélteme la mano».

Jake dudó, pero finalmente la soltó. Vio cómo ella se apresuraba hacia el coche que le esperaba y le daba al conductor la orden de marcharse. Cuando el vehículo desapareció calle abajo, un extraño vacío invadió a Jake.

Momentos después, su teléfono volvió a sonar, esta vez con la llamada de Lacey. Estaba en apuros y esperaba desesperadamente que Jake acudiera en su ayuda. Extrañamente, Jake se sintió molesto por la llamada de Lacey, un fuerte contraste con sus preocupaciones anteriores. Su tono era gélido. «Estoy ocupado. Ocúpate tú. Si no puedes, llama a alguien de mi equipo».

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