Capítulo 826:

Conteniendo los sollozos, Kallie sacudió la cabeza y señaló desesperada a Clayton mientras lo trasladaban a una camilla.

‘Olvídate de mí.

Centra tu atención en él», instó con voz desesperada.

No podía soportar la idea de volver a estar en deuda con él.

Aunque no le amaba y no deseaba estar con él, nunca le había deseado la muerte.

Pensar en su muerte la llenaba de pavor, temiendo toda una vida de remordimientos y dolor.

Cuando Edgar llegó al hospital, Kallie ya se había cambiado y estaba sentada en silencio fuera de la sala de urgencias, con la mirada vacía y distante.

Edgar notó que las manos de Kallie temblaban incontrolablemente y se sentó a su lado, intentando ofrecerle algo de consuelo.

No te preocupes.

El señor Morgan se recuperará», le aseguró con dulzura.

La voz de Kallie sonaba ronca cuando habló.

¿Has averiguado quién está detrás del ataque?

Edgar negó con la cabeza, con una expresión de pesar.

Lo siento, no.

Kallie no se enfadó.

En lugar de eso, cerró los ojos y murmuró: «Ya lo he averiguado.

Quienquiera que haya orquestado esto debe de tener mucho poder.

De lo contrario, no se atrevería a atacarme tan descaradamente».

Edgar dudó antes de expresar su sospecha.

‘Aunque reconocemos que Clayton te salvó, hay algo que no cuadra.

El incidente ocurrió cerca de la sede del Grupo Reeves.

¿Quién se atrevería a hacer algo así? Además, el momento es sospechoso.

Poco después de que te enviara el mensaje sobre el despido de los hombres que Clayton había dispuesto, se produjo este ataque…».

Su voz se entrecortó, llena de frustración.

Edgar siempre se había mostrado escéptico respecto a las intenciones de Clayton, pero dada la ayuda que éste había prestado a Kallie, le resultaba difícil criticarlo ahora.

Los ojos de Kallie, llenos de tristeza, se encontraron con los de Edgar.

-Eso es precisamente lo que estaba pensando antes de que le hirieran.

Todo parecía demasiada coincidencia.

Pero el médico me acaba de decir que el cuchillo le pasó a un centímetro del corazón -dijo, con la voz quebrada, mientras empezaba a sollozar suavemente.

Edgar se quedó estupefacto, estaba claro que no esperaba que la situación evolucionara de aquel modo.

Parecía estupefacto y murmuró para sí: «¿A un centímetro de su corazón?».

Edgar pensó que, de ser cierto, eso significaba que Clayton no había orquestado todo el asunto, a pesar de lo extraño del momento.

Si Clayton hubiera estado planeando aquel elaborado acto, no habría tenido que arriesgar su propia vida.

Kallie suspiró, con sus pensamientos revueltos que le provocaban un fuerte dolor de cabeza y una fatiga abrumadora.

No es que confíe plenamente en Clayton.

Sin embargo, dadas las circunstancias, le debo este favor, y no tengo ni idea de cómo devolvérselo.

Edgar, necesito que continúes con la investigación.

Este peligro para nuestra seguridad debe resolverse.

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