Capítulo 791:

«El talento de Rola para componer es innegable. ¿Pero Sophie? Cualquiera sabe si ese vídeo era una mera actuación».

Elma, al oír la charla ociosa, apretó los puños, su irritación iba en aumento. «¡No saben de lo que hablan! El piano de mi hermana es incomparable. No hacen más que soltar rumores infundados».

Calvin, normalmente tan sereno, se erizó de fastidio. «Su cháchara es insoportable. Tengo que encontrar la manera de silenciarlos».

Elma lanzó una mirada preocupada a Sophie, que permanecía inmóvil. «Calvin, ¿crees que le molestan sus palabras? Parece muy angustiada».

Calvin no dijo nada, su mirada helada mientras observaba a los que más se burlaban.

En ese momento, Sophie levantó la cabeza y miró a la multitud. Al ver a Elma y a Calvin, esbozó una sonrisa tranquilizadora y sus ojos se iluminaron con calidez.

«¡Sophie!» Elma estalló, incapaz de contener su alegría, y se levantó de un salto, saludando enérgicamente.

Por detrás, una voz gruñó: «¿Quién es esa niña? Qué revoltosa. Está claro que no está acostumbrada a ambientes como éste». En cuanto se le escaparon las palabras, el interlocutor sintió que le invadía un frío pavor. Se giró para encontrarse bajo la escalofriante mirada de Calvin, que lo dejó aturdido, murmurando en voz baja: «La mirada de este chico es bastante desalentadora, teniendo una mirada tan feroz a tan corta edad». La sonrisa radiante y los sutiles ánimos de Elma derritieron la ansiedad de Sophie.

Con una respiración profunda y tranquila, Sophie hizo suyas las alentadoras palabras de Kallie. La pieza musical le pertenecía exclusivamente a ella. La vergüenza no tenía cabida aquí.

Reclamando su derecho a interpretar su propia creación, Sophie inspiró profundamente una vez más, con sus elegantes dedos posados sobre las teclas del piano.

Cuando Sophie tocó la primera nota, un impresionante sonido celestial envolvió la sala.

El público, hasta entonces inquieto, se quedó en silencio, totalmente hipnotizado por la melodía. Algunos asistentes reconocieron la melodía como la que Rola había tocado antes. Sin embargo, antes de que su confusión pudiera transformarse en duda vocal, la profunda profundidad emocional de la interpretación de Sophie les dejó sin habla.

A medida que Sophie profundizaba en la pieza, vívidos recuerdos de su familia la envolvían, realzando su conexión con la música que les estaba dedicada.

Estaba claro que Sophie, impregnada de sentimientos genuinos, era el verdadero recipiente de esta composición.

El público estaba embelesado, escuchando con profunda admiración el desarrollo de la música.

La interpretación de Sophie elevó la pieza, distinguiéndola claramente de la interpretación anterior de Rola. Era como si Sophie hubiera desvelado la esencia misma de la composición. Mientras tanto, entre bastidores, durante una entrevista, Rola se quedó visiblemente sorprendida por la audacia de Sophie, con la boca abierta. ¿Se había vuelto Sophie loca? Ya había tocado esta pieza. ¿Por qué Sophie la tocaba de nuevo?

Preocupada por ser eclipsada y acusada de copiar, Rola soltó: «¿Has visto? La intérprete que iba detrás de mí acaba de tocar mi pieza. Se ha apropiado de mi creación. Eso es plagio. Eso es hacer trampas».

Su voz se elevó en señal de protesta, pero se perdió en el vacío, ignorada por todos los presentes.

Todos estaban cautivados por la actuación de Sophie, sus ojos brillaban con un toque de magia. La música era tan hipnótica que, aunque hubiera sido una copia, seguía manteniendo su atención.

Algunos empezaron a dudar de que Rola fuera realmente la creadora. Si era realmente su composición, ¿por qué su interpretación no despertaba emociones tan profundas como la de Sophie?

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