Capítulo 624:

Kallie marcó el número y pronto se acercó una joven de unos veinte años.

La mujer fue notablemente educada. Nada más llegar, se disculpó con Kallie sin preguntarle siquiera por el incidente.

Kallie le preguntó: «¿Es usted su madre? No estoy causando problemas. Sólo me he dado cuenta de que parecía haberse escapado, así que quería informarle».

La mujer agitó las manos frenéticamente. «No, no soy su madre. Soy su niñera, Betty González».

Kallie enarcó una ceja, sorprendida, y cambió al avalonés. «¿Eres de Avalon?».

A Betty se le iluminaron los ojos. «¡Sí! ¡Y tú también! Es maravilloso».

Betty añadió, con la voz cargada de pesar: «Lo siento mucho. Tiene un carácter ardiente y le encanta correr. La perdí de vista por un momento y salió corriendo. Si no me hubieras llamado, estaría muy preocupada». La chica fulminó a Betty con la mirada, su voz aguda y exigente. «No le digas a mis padres lo que ha pasado hoy. Si lo haces, me aseguraré de que te despidan».

Betty puso una expresión preocupada, indecisa entre ponerse de parte de la chica y afrontar la realidad de la situación. Debía ofrecer la explicación de la huida de la chica, pero ésta se limitó a advertirle que no revelara el incidente de hoy, mostrando una personalidad asombrosamente dominante a pesar de su corta edad.

Betty siempre sentía un dolor punzante en la cabeza cuando trataba con la chica.

Kallie se agachó y la miró fijamente a los ojos, con la mirada afilada y un toque de advertencia. «Has sido muy alborotadora. Tu niñera está realmente preocupada por ti, y lo que hiciste estuvo mal. Si sigues comportándote así, iré yo misma a tu casa y les contaré a tus padres cómo acusaste falsamente a mi hija, que te salvó la vida».

La muchacha retrocedió, escondiéndose detrás de Betty, con las lágrimas desbordadas pero el desafío acallado.

Betty la miró con asombro. «Eres la primera persona que la disciplina. Siempre ha tenido mal genio, y ni siquiera sus padres pueden evitarlo».

Kallie se dio cuenta y pensó que la niña estaba malcriada, probablemente por su educación.

Kallie no tenía intención de visitar la casa de la niña, pero le picaba la curiosidad. «Por cierto, ¿cuántos años tiene? Betty sonrió. «Pronto cumplirá cuatro».

Kallie apretó los labios. La diferencia de edad era demasiado grande para que su sospecha anterior fuera factible. Pero aún así, ¿cómo podían parecerse tanto dos niños?

La mirada de Betty se posó en Calvin, de pie junto a Kallie, y sus ojos se abrieron con sorpresa. «Espera. ¿Es tu hijo?», exclamó. «Se parece tanto a ella. Es como si fueran gemelos».

Kallie esbozó una pequeña sonrisa, quitándole importancia al comentario. «Quizá haya una relación entre nuestras familias, lo que explicaría por qué se parecen tanto».

Betty sacudió la cabeza, asombrada. «Es asombroso lo mucho que se parecen. De todos modos, deberíamos irnos. Se hace tarde».

Mientras Betty se llevaba a la chica, Calvin la observaba con los ojos nublados por la tristeza.

Kallie se dio cuenta de su turbación y le alborotó el pelo con suavidad. «No te preocupes, cariño. Encontraremos a tu hermana, te lo prometo».

Sophie dijo con frustración: «No sólo Calvin pensaba que era nuestra hermana pequeña. Yo compartía el mismo pensamiento. Sin embargo, la rescaté y todo lo que obtuve a cambio fue su terrible actitud y sus falsas acusaciones».

Kallie tiró de Sophie para abrazarla y tranquilizarla. «Hiciste lo correcto al salvarla, pero por favor, evita volver a correr esos riesgos. Tu seguridad es lo más importante. Dejemos esto atrás y divirtámonos. Hoy nadaré contigo».

«¿En serio? Sí». Los ojos de Sophie se iluminaron, su frustración olvidada en un instante.

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