Capítulo 605:

Por suerte, Griffin estaba preocupado y no se acercó a Kallie. Era un testimonio viviente de un experimento exitoso, aunque controvertido, que atraía a muchos curiosos que lo bombardeaban a preguntas.

El coste de someterse a un experimento de este tipo era astronómico, a partir de un mínimo de 100 millones, y los participantes firmaban una exención de responsabilidad antes de comenzar. Si algo salía mal durante o después del experimento, la familia Perry quedaría eximida de responsabilidad.

A pesar de los elevados costes y los considerables riesgos, el atractivo del rejuvenecimiento atrajo a muchos anualmente, e incluso los no interesados aprovecharon la reunión para establecer contactos.

Los negocios inmorales habían contribuido significativamente a la inmensa riqueza de la familia Perry.

A Kallie le pareció irónica la escena, observando a la refinada pero despiadada élite que se servía a sí misma. Según sus cálculos, la tarea de Saniya debería haber concluido para entonces.

Como era de esperar, poco después estalló el caos.

Fingiendo ignorancia, Kallie se acercó a la fuente de la agitación, donde los gritos llenaban el aire.

De repente, Anna apareció, con su vestido blanco salpicado de sangre, en medio de varios cuerpos ensangrentados.

La visión provocó gritos de horror, lo que agravó aún más la situación de Anna, cuyos ojos inyectados en sangre recorrieron la multitud antes de cargar contra el alboroto.

Los guardaespaldas convergieron en la escena, pero Anna, con notable fuerza y agilidad, esquivó sus intentos y continuó su alboroto, hiriendo a varios más en el caos subsiguiente.

Kallie, presintiendo una oportunidad, se dirigió decididamente hacia los disturbios.

Ernesto llegó justo cuando la situación se agravaba. Presenciar el estado de frenesí de Anna casi le hizo desmayarse de furia.

El desenfreno de Anna no sólo se había cobrado la vida de los guardaespaldas, sino también la de varios invitados adinerados, cada uno de ellos valorado en una fortuna, lo que había supuesto un duro golpe para los intereses financieros de Ernesto.

Con la voz cargada de intenciones letales, Ernesto ordenó: «Haced lo que sea necesario para someter a Anna. No importa si sobrevive».

Los guardaespaldas respondieron afirmativamente y entraron en acción.

En medio del tumulto, la mirada de Ernesto se posó en Kallie, que se debatía entre la multitud. Temió por su seguridad y gritó: «¿Qué hacéis ahí parados? Si les pasa algo a los niños que lleva, ninguno de vosotros sobrevivirá».

Kallie esperaba pasar desapercibida para Ernesto mientras se abría paso entre la multitud. Apretó los dientes contra el dolor y avanzó decidida hacia el centro, pidiendo ayuda. Sabía que el caos era su aliado para escapar. Sólo tenía que aguantar hasta que Jake pudiera alcanzarla.

Sin embargo, su presencia no pasó desapercibida durante mucho tiempo.

«¡Ahí está! ¡Rápido! Parece inestable», gritó un guardaespaldas.

Otro refunfuñó con frustración: «Manejarla en este estado es problemático. Ernesto mencionó que quizá tuviéramos que ocuparnos de su parto esta noche para evitar más problemas». Reforzada por una oleada de adrenalina, Kallie siguió adelante.

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