Capítulo 556:

A medida que se acercaba el día señalado, la ansiedad de Kallie iba en aumento. Quizá sus fuerzas flaqueaban. Las náuseas matutinas se habían apoderado de ella cuando apenas llevaba un mes de embarazo, y su peso empezó a bajar.

Jake, muy preocupado, recurrió a los mejores nutricionistas de todo el país. Pero sus esfuerzos no dieron fruto.

Decidido, Jake se metió en la cocina, aprendiendo de los nutricionistas y poniéndose el delantal cada noche al volver a casa. Su compromiso se intensificó.

Juntos, Jake y Kallie convencieron suavemente a Sophie para que aceptara que Jake era su verdadero padre.

Pero Sophie estaba decidida. Se aferraba a los recuerdos de sus primeros años, años en los que Jake estuvo ausente, dejando un vacío cuando ella más lo necesitaba.

Se resistió a llamarle «papá», optando en su lugar por «Jake».

Jake, frustrado, se dio cuenta de que no había mucho que pudiera hacer. Kallie y Sophie eran las únicas que podían hacerle sentir tan indefenso.

Aquella noche, después del cuento nocturno, una oleada de malestar se apoderó de Kallie.

Se estremeció y se llevó una mano al pecho en un intento de calmar el dolor, justo cuando Sophie se agitaba a su lado.

«Mamá», exclamó Sophie en voz baja, despertándose con un bostezo y acariciando ligeramente el pecho de Kallie.

Kallie sintió una mezcla de simpatía y gratitud por el detalle de Sophie. Volvió a arropar a Sophie con suavidad. «Hace mucho frío. Asegúrate de no resfriarte».

Sophie se acurrucó más cerca, dejando sólo visible su mullida cabeza. Sus grandes ojos parpadeaban dulcemente.

«Mamá, ¿crees que el bebé que llevas en la barriguita es una niña o un niño?». preguntó Sophie con curiosidad infantil.

Kallie sonrió y se encogió de hombros.

«Aún no estoy segura. ¿Preferirías una hermanita o un hermanito?».

La risa de Sophie llenó la habitación. «¡Quiero los dos, una hermana y un hermano!».

Kallie rió entre dientes, pellizcando juguetonamente la nariz de Sophie. «Vaya, qué golosa eres».

Sophie se acercó más y susurró al vientre todavía plano de Kallie: «Hermanito o hermanita, tienes que ser bueno. Mamá no se encuentra bien. Por favor, no se lo pongas más difícil».

Kallie estuvo a punto de reírse del dulce gesto. Un embrión de un mes estaba lejos de comprender las tiernas palabras de Sophie, pero Kallie notó que su ánimo se levantaba inexplicablemente.

Le acarició el vientre y murmuró: «Niño o niña, parece que ya le haces caso a tu hermana mayor».

Sophie apoyó las manos en las caderas y dejó escapar un zumbido pensativo. «Por supuesto. Si se pasan de la raya, allí estaré yo para enderezarlos».

La habitación se llenó de sus carcajadas, creando un ambiente cálido y acogedor.

Entonces, un fuerte golpe rompió bruscamente la tranquilidad del momento. Edgar entró. Su habitual actitud tranquila había dado paso a un raro signo de angustia: gotas de sudor frío le salpicaban la frente.

A pesar de ello, mantenía su habitual sonrisa. Al ver a Sophie, su voz se suavizó al dirigirse a Kallie: «Señora, ¿podemos hablar? Es importante».

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar