Capítulo 497:

Al principio, Clayton había dudado sobre la cooperación. Pero al ver que la popularidad del Grupo Turner se disparaba, cambió rápidamente de rumbo y buscó a Kallie para asociarse. Sabía que era lo más honorable, así que bajó el precio como gesto de buena voluntad.

Para sorpresa de Clayton, Kallie aceptó su oferta sin rencor, como si ya hubiera olvidado su anterior reticencia. Aceptó de buen grado la asociación e incluso dio instrucciones a su equipo para que publicara una serie de declaraciones públicas cuidadosamente elaboradas.

Estas declaraciones describían que, durante los años difíciles del Grupo Turner, había sido el Grupo Morgan el que les había apoyado discretamente. El Grupo Morgan había suministrado bienes a precios por debajo del coste, garantizando la supervivencia del Grupo Turner.

La historia se extendió rápidamente, convirtiéndose en un relato de la extraordinaria asociación de dos empresas consolidadas. Por supuesto, algunos escépticos afirmaron que el Grupo Morgan se estaba aprovechando del nuevo éxito del Grupo Turner.

Pero no se daban cuenta de que todo formaba parte del plan de Kallie para entrelazar sutilmente el legado de ambas empresas. En realidad, los logros del Grupo Morgan superaban con creces los del Grupo Turner, y la conexión estratégica beneficiaba a ambos.

Clayton no se dejó engañar; entendía perfectamente lo que Kallie estaba haciendo. Al teléfono, dejó escapar una risita. «Señorita Nixon, es usted una estratega inteligente. Siempre me consideré inteligente y capaz, pero no esperaba ser ligeramente superado por usted».

Kallie, ajena a la falsa modestia, respondió sin rodeos: «Bueno, me gasté 3.000 dólares en cursos de gestión empresarial. Sería una pena desperdiciar ese dinero».

Clayton apreció su franqueza. Era una de las cosas que respetaba de ella: su honestidad, incluso ante los elogios. «Pasado mañana hay una fiesta», dijo. «Estará llena de empresarios de Halstead. Es una buena oportunidad para ampliar tu red de contactos. ¿Vendrás?»

Aquella era exactamente la oportunidad que Kallie había estado buscando, y aceptó sin dudarlo. Clayton sólo le dio una dirección, omitiendo los detalles, pero Kallie investigó por su cuenta.

El lugar resultó ser una exclusiva finca donde los ricos se reunían para montar a caballo, jugar al golf e incluso cazar en una colina privada. No era sólo una fiesta; era un patio de recreo para la élite.

El día del evento, Kallie eligió cuidadosamente su atuendo. Llevaba un conjunto elegante pero práctico, perfecto para las actividades pero con estilo. Llevaba el pelo largo recogido en una elegante coleta, con unos pocos mechones enmarcándole la cara, lo que le daba un aspecto pulido pero desenfadado.

Cuando llegó, Clayton ya estaba en la puerta, esperándola con una sonrisa despreocupada. La primera vez que Clayton vio a Kallie, se quedó momentáneamente atónito.

Kallie se había convertido en una presencia formidable en el círculo de negocios de Halstead, conocida por sus agudos instintos, su decisión y su impecable visión.

La gente olvidaba que tras su poderosa personalidad se escondía una belleza poco común. Incluso con un maquillaje mínimo, su elegancia natural brillaba. El rostro de Kallie, enmarcado por suaves mechones de pelo, mostraba una fuerza silenciosa, y sus ojos, antaño apacibles, tenían ahora una mirada fría, endurecida por las experiencias a las que se había enfrentado a lo largo de los años.

Clayton sintió un fugaz momento de afecto, pero rápidamente volvió a concentrarse. «¿Cómo está su hija?», preguntó, con un tono sincero. La noticia del incidente de Sophie había corrido rápido, sobre todo con tantos testigos aquel día en la entrada del colegio. No era de extrañar que Clayton se hubiera enterado.

Kallie sonrió suavemente, con una sonrisa cálida. «Se está recuperando rápidamente. Ya está pidiendo salir a jugar. Supongo que pronto le darán el alta. Gracias por preguntar».

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