Capítulo 461:

«Lo pasado, pasado está», le cortó Kallie. «Vi la determinación de la señorita Watts ese día. Está claro que está decidida a estar contigo. Nuestra relación ha terminado, y yo no debería interponerme en lo que ustedes dos puedan tener».

Jake sintió que se le formaba un nudo en la garganta. Agarró el teléfono con fuerza y preguntó: «¿De verdad crees que Anna y yo estamos destinados a estar juntos?».

Kallie no contestó. Su mirada se desvió hacia la intensa lluvia que caía por la ventana. La lluvia persistía, tejiendo un hilo denso y enmarañado que lo desdibujaba todo. Estaba harta de estar atrapada en la maraña con Jake.

Reprimiendo sus emociones, Kallie añadió finalmente: -Jake, aunque tu reputación esté manchada, no se puede negar que eres excepcional. Anna es, sin duda, extraordinaria. Conoce tu pasado, quizá incluso mejor que yo.

Ambos os entendéis bien. Su influencia podría ayudarte a cambiar las cosas en el futuro. Sois la pareja perfecta. No seas tan testarudo; si la dejas escapar, podrías arrepentirte».

Jake no dijo ni una palabra antes de colgar bruscamente la llamada con un chasquido seco. Kallie suspiró y se quedó mirando la pantalla en blanco del teléfono, sumida en sus pensamientos durante un buen rato. Al cabo de un rato, la pantalla se oscureció. Sophie se acercó corriendo y sacudió a Kallie, devolviéndola a la realidad.

«Mami, he soñado con mi padre», murmuró Sophie, frotándose los ojos.

Al oírlo, el corazón de Kallie se ablandó y sonrió. Levantó a Sophie en brazos. Sophie tenía el pelo alborotado por el sueño y las mejillas sonrojadas, lo que le daba un aspecto irresistiblemente adorable.

«¿Y qué hacíais tu padre y tú en tu sueño?». preguntó Kallie con dulzura.

Sophie negó con la cabeza, frunciendo el ceño. «No me acuerdo. Ni siquiera recuerdo el aspecto de mi padre. Sólo recuerdo que decía cuánto nos echaba de menos y cuánto nos quería. Prometió que volvería pronto a vernos. ¿Cuándo vendrá a vernos?».

Kallie se quedó sin palabras y luchó por encontrar una respuesta mientras miraba los ojos ansiosos y esperanzados de Sophie. Tras un momento de vacilación, inventó una excusa reconfortante.

«Nos visitará pronto. Está liado con el trabajo y ahora no puede venir. Pero si le echas de menos, seguro que lo sentirá en su corazón».

El ánimo de Sophie se levantó de inmediato. Aplaudiendo, exclamó: «¡Es maravilloso! Mi papá sabe que le echo de menos».

Kallie sonrió ante la alegría de Sophie, pero bajo esa sonrisa se escondía una profunda preocupación. Años atrás, cuando Sophie era más joven, Kallie le ocultó la verdad, temiendo que pudiera dañar su autoestima o dejarle cicatrices duraderas. Pero ahora, con el paso del tiempo, Kallie estaba atrapada en una red de sus propias mentiras, sin saber cómo revelar la verdad a su hija.

Kallie esperaba que, con el tiempo, Sophie creciera y se olvidara poco a poco de su padre, lo que haría menos doloroso enfrentarse a la verdad. Perdida en sus pensamientos, Kallie volvió en sí cuando Sophie le rodeó el cuello con sus bracitos y le plantó un beso en la mejilla.

Con una sonrisa radiante, Sophie preguntó: «Mamá, ¿puedes contarme más historias sobre ti y mi padre? Quiero escucharlas».

«Por supuesto», respondió cariñosamente Kallie, pellizcando juguetonamente la mejilla de Sophie mientras la cogía en brazos y se alejaba hacia un lado con Sophie en brazos.

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