La exesposa muda del multimillonario -
Capítulo 376
Capítulo 376:
En otro lugar, tras los últimos días de sufrimiento, Sarah empezó a comprender con amargura la cruda realidad de la que se hacían eco las palabras de Courtney. Kallie distaba mucho de ser el felpudo que había sido antaño.
Durante los últimos días sombríos, la falta de comida y bebida sometió a Sarah y Courtney a actos degradantes por el mero sustento. Les exigían que se arrodillaran y ladraran como perros para divertir a los guardianes antes de darles de comer.
Sarah, que siempre se había comportado con orgullo, se enfrentó a humillaciones que nunca había imaginado posibles. Kallie lo había planeado todo muy bien.
El tratamiento más duro ideado para Sarah fue un lento y metódico derrumbe de su resistencia, destinado a desmantelarla pieza a pieza hasta que no quedara más que un espíritu aplastado. El objetivo final era degradar a Sarah hasta dejarla totalmente indefensa, pero ese plan estaba en suspenso por el momento, ya que Errol había llegado a buscar a Sarah.
Al salir de las sombras de la tenue habitación, la luz y la realidad del mundo exterior le parecieron surrealistas a Sarah. Al ver a los guardianes junto a la puerta, el terror se apoderó de Sarah y cayó de rodillas, temblando.
«¡No he escapado! Me han abierto la puerta. Por favor, aún no he comido. Por favor, denme de comer», suplicó, con la voz convertida en un susurro.
En las primeras horas de su encarcelamiento, la determinación de Sarah había sido férrea, pero incluso el hierro se desmorona sin sustento. El hambre la había llevado al borde del colapso. La idea de soportar de nuevo aquella pesadilla le resultaba insoportable.
Los dos guardianes de la puerta intercambiaron una mirada antes de soltar una carcajada cruel. «¿No eres tú la altiva y poderosa hija de la familia Miller? La prometida de Errol, nada menos». Se mofaron de Sarah: «¡Mírate ahora! No vales ni para llevar los zapatos de Kallie».
Ardiendo de rabia por sentirse humillada y a la vez impotente ante la situación, Sarah sólo pudo asentir, con una sonrisa dolorosa grabada en el rostro. «Sí, tienes razón. Toda la razón».
«¡Sarah!» Una voz aguda y familiar cortó el aire.
Levantando la cabeza, con la incredulidad pintada en sus rasgos, Sarah vio a Errol al final del pasillo, con Kallie a su lado. Kallie, cuya recuperación era casi completa, se movía con sólo una ligera vacilación en sus pasos. Errol permanecía cerca de Kallie, dispuesto a apoyarla en cualquier momento.
Cuando los ojos de Errol se posaron en Sarah, agazapada en degradación, frunció el ceño. Verla tan derrotada era inesperado.
El alivio de Sarah al ver a Errol se vio abrumado por un profundo sentimiento de vergüenza. Estar allí, despeinada y humillada delante de su prometido y -peor aún- bajo la mirada despectiva de Kallie, era profundamente humillante. Sarah agachó la cabeza, desesperada por proteger su rostro sonrojado de sus ojos escrutadores.
Kallie, aprovechando el momento para retorcer aún más el cuchillo, se burló de Sarah. «¿Cuál es el problema? Sólo han pasado unos días, señorita Miller. ¿No me reconoce?» Su voz destilaba falsa preocupación. «Tengo curiosidad por saber cómo se las ha arreglado aquí. ¿Ha tenido tiempo de reflexionar sobre sus acciones? ¿Se ha dado cuenta de sus errores?»
Las manos de Sarah se cerraron en puños y sus uñas se clavaron en las palmas.
Errol, dando un paso adelante, intentó salvar la distancia, con la voz teñida de frustración: «¿No has oído a Kallie dirigirse a ti?».
Sintiéndose totalmente traicionada, Sarah le susurró, con una mezcla de dolor y acusación en el tono: «Eres mi prometido. ¿Por qué siempre te pones de su parte?».
Errol se masajeó las sienes, su paciencia se agotaba. «Sigues siendo tan testarudo, incluso ahora».
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar