La exesposa muda del multimillonario
Capítulo 367

Capítulo 367:

Después de haber trabajado para Kallie durante años, Liza había dominado cómo intimidar a la gente. Su tono de mando silenció al instante a todos los presentes.

La voz de Liza temblaba de furia. «¿Qué tonterías estás diciendo? ¿Sabes siquiera a quién estás acusando? Ella es de la familia Nixon, y esta casa de subastas le pertenece.

Errol es su subordinado. ¿Hay algún problema con que reserve la mejor sala privada para su superior? Srta. Miller, permítame aclararle esto.

Mi señora sólo decidió no pedirle cuentas cuando ocupó el salón privado nº 1 sin reserva el otro día porque no quería ponerle las cosas difíciles a Errol. ¿Quién te crees que eres para actuar con tanta rectitud?».

Sarah se quedó desconcertada por un momento antes de burlarse: «¡Más te vale elaborar una historia mucho más convincente la próxima vez! ¿La familia Nixon, dices? ¿En serio me estás diciendo que ella es Kallie? Eso es ridículo. Ya conozco a Kallie.

Sólo es muda. Por lo que a mí respecta, ni siquiera fue favorecida tras volver a la familia Nixon. Oí que la echaron. ¿Cómo es posible que ella tenga los medios para dirigir una casa de subastas tan grande? ¿Y usted afirma que ella es la dueña? Es de risa».

El grupo de personas detrás de Sarah estalló en risas burlonas.

Kallie, al oír esto, por fin reconoció la voz de Sarah. Con razón había sentido una sensación de familiaridad ante aquellas acusaciones: resultó ser una conocida.

«Sarah, cuánto tiempo», dijo Kallie mientras maniobraba su silla de ruedas hacia delante. Aunque sus piernas estaban casi curadas, el médico aconsejaba un movimiento mínimo para garantizar un crecimiento óseo adecuado.

Cuando Sarah se dio cuenta de que era Kallie, su expresión cambió radicalmente. Sus ojos parpadearon con una mezcla de resentimiento, celos y malicia.

Con el rostro ensombrecido, Sarah se mofó: «Después de todos estos años, aún no has cambiado, ¿verdad? ¿Tan irresistibles te resultan los prometidos de los demás?».

Sarah miró las piernas de Kallie y una sonrisa se dibujó en su rostro. «Oí que te habían echado de la familia Nixon. Pensé que era sólo un rumor, pero supongo que es verdad.

¿Qué has hecho para que te rompan las piernas? ¿Crees que puedes ligarte a Errol? ¿Quién te crees que eres? ¿Realmente crees que podrías casarte con Errol? Sigue soñando».

Kallie no gastó saliva discutiendo con Sarah. En su lugar, le hizo un gesto a Liza. «Saca a Sarah de aquí, y asegúrate de informar al personal de que, a partir de ahora, ni los perros ladradores ni Sarah podrán entrar en ninguna de mis casas de subastas».

Kallie nunca había imaginado que la prometida de Errol fuera en realidad Sarah. Con la considerable diferencia que había entre la familia Miller y la familia Payne, se preguntaba por qué Errol elegiría a alguien como Sarah.

A pesar de que Kallie apreciaba los esfuerzos de Errol en la gestión de esta casa de subastas, eso no significaba que toleraría las acrobacias de Sarah para siempre por el bien de Errol.

Aunque tuviera que perdonar a alguien, Sarah era la última a la que consideraría dejar libre. La humillación que Sarah le había infligido aún estaba fresca en su memoria.

Furiosa, Sarah no se anduvo con rodeos y le espetó: «Kallie, ¡qué suerte que hayas recuperado la voz! ¿Y qué? Sigues siendo una asquerosa maleducada que carece de modales básicos.

¿No te lo pensaste antes de mentir sobre ser la dueña de esta casa de subastas? ¿Desde cuándo te dedicas a actuar? ¡Dudo que alguien se atreva a echarme hoy! Soy la verdadera prometida de Errol, y tú sólo eres una amante desvergonzada. Tú eres la que debería ser expulsada».

A medida que se desarrollaba el drama, la sala de retransmisión en directo iniciada por Sarah se inundó de comentarios maldicientes.

«Oh, estoy tan frustrada con esta Kallie. Actúa con tanta justicia. ¿No se está aprovechando de la atención de Errol?»

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