La exesposa muda del multimillonario -
Capítulo 356
Capítulo 356:
Kallie se quedó desconcertada, le temblaban las manos mientras sacudía al señor Jack con urgencia. «¿Señor Jack? Señor Jack?», gritó, con la voz teñida de pánico.
El ulular de las sirenas de la ambulancia se hizo más fuerte, acercándose a su posición. A pesar de que el equipo médico se acercaba, la ansiedad de Kallie no disminuía. Su miedo aumentó cuando se dio cuenta de la horrible herida que tenía en el pecho, una muestra vívida y sangrienta de carne desgarrada. Dedujo que ese era el origen de la sangre que lo cubría.
Se le llenaron los ojos de lágrimas y la vista se le nubló por la angustia de verle tan gravemente herido. ¿Por qué tenía que sacrificarse por ella?
La violenta sacudida había desplazado la máscara del Sr. Jack, torciéndola para revelar su barbilla pálida y definida. Si la máscara se movía un poco más, Kallie podría verle toda la cara. Una parte de ella deseaba quitársela por completo para confirmar sus crecientes sospechas.
Sin embargo, cuando pensó en ello, las yemas de los dedos le temblaron incontrolablemente, como si recibiera una descarga eléctrica. Le faltaba valor para descubrirle la cara.
En ese momento llegaron los paramédicos, que se apresuraron a subir a Kallie y al Sr. Jack a las camillas.
Mientras se llevaban a Kallie, sus fuerzas flaquearon y se desmayó, abrumada por el caos y sus emociones.
Al despertarse de nuevo, Kallie se encontró con sollozos. Era su ayudante, Liza Gómez, que lloraba desconsoladamente. En cuanto se dio cuenta de que Kallie se removía, dejó de llorar abruptamente y habló con voz temblorosa. «¡Kallie, por fin te has despertado! Estaba aterrorizada».
Kallie, que aún se sentía un poco débil, consiguió hacer un gesto tranquilizador con la mano y se sintió considerablemente mejor que antes. Bromeó ligeramente: «Aunque no me hubiera despertado, tu llanto seguramente me habría despertado».
Liza, todavía resoplando, balbuceó: «Lo siento. Es que no puedo calmarme. Tengo mucho miedo».
Kallie le ofreció consuelo, diciendo: «Oye, no pasa nada. Supongo que tengo suerte».
La historia de Liza era conmovedora. Kallie la había conocido en el extranjero. Liza era una estudiante brillante cuya vida se había visto empañada por la tragedia. Sus padres habían fallecido a causa de un accidente en una obra, dejando tras de sí una importante indemnización que la familia de su tío no tardó en reclamar para sí.
Liza había pasado su vida bajo el techo y el gobierno de otros. Había sobresalido en los exámenes de acceso a la universidad y había sido aceptada en una universidad de renombre, pero la familia de su tío tenía otros planes. Querían casarla porque no querían pagarle la matrícula.
En un acto de audacia, Liza robó la tarjeta bancaria, huyó y utilizó todos sus ahorros para trasladarse al extranjero, donde compaginó trabajo y estudios. No sólo era inteligente, sino también ingeniosa.
Al principio, Liza trabajaba a tiempo parcial en la casa de subastas de Kallie durante las vacaciones. Reconociendo el potencial de Liza, Kallie no tardó en convertirla en una fija a su lado.
Para Liza, Kallie era más que una superiora. Kallie era una hermana en espíritu, aunque Liza era a menudo propensa a llorar, como una niña.
Liza siguió reprendiéndose: «Todo es culpa mía. Sabía que Stan no era bueno, pero bajé la guardia y no vigilé el coche. Eso le dio la oportunidad perfecta para manipular los frenos. Por favor, regáñame como deberías; ¡yo tengo la culpa! Si no hubiera sido por ese desconocido de buen corazón, quizá no habrías sobrevivido. No te preocupes, ya he llamado a la policía. Stan no se saldrá con la suya».
Kallie negó con la cabeza. «Llamar a la policía no servirá de nada».
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