Capítulo 231:

«Espera un segundo», dijo Bria, con una sonrisa azucarada en la cara. Era la misma sonrisa que había usado cuando se conocieron. Bria parecía que la mantequilla no se derretiría en su boca, la apariencia de una chica encantadora que no hacía daño. Su largo cabello caía en cascada por su espalda, y aquel flequillo enmarcaba su rostro como el de un querubín inocente. Con esa cara, podía engañar a cualquiera. Fácil a los ojos, eso era Bria.

Pero Kallie sabía que no era así. Cada vez que aparecía esa sonrisa, los problemas la seguían como un mal olor. Esta vez no era diferente. El terror se enroscó en el estómago de Kallie, helado y tenso.

«Sabes, después de haberte visto bien hoy, tengo que decir que eres bastante guapa», dijo Bria, extendiendo la mano para acariciar la mejilla de Kallie.

Kallie no pudo evitar estremecerse cuando las frías yemas de los dedos de Bria rozaron su mejilla. Sintió como si una serpiente venenosa se deslizara por su piel, provocándole escalofríos.

Kallie no se había molestado en maquillarse últimamente. Sin duda, sus rasgos no eran perfectos como los de una estrella de cine, pero su estructura facial era llamativa, sobre todo sus ojos grandes y llorosos. Los ojos de Kallie podían contener una suavidad que tocaba la fibra sensible de cualquiera, pero bajo la superficie, la frialdad se apoderaba de ella, especialmente cerca de figuras como Bria.

Bria chasqueó la lengua y una expresión de fastidio se dibujó en su rostro. Ahí estaba de nuevo, ese destello de Ewing en los ojos de Kallie. La estaba asustando.

Bria se tragó su enfado. Poniendo una falsa cara de preocupación, Bria comentó: -Bueno, el embarazo realmente pasa factura a una mujer, ¿verdad? Mírate, tus ojos han perdido la chispa. Pero, ¡qué suerte tienes! Mis tónicos especiales acaban de llegar hoy, y como me siento generosa, compartiré algunos contigo. Venga, toma un poco».

Alguien al lado de Bria intervino de inmediato: «¡Así es! Los tónicos de la señorita Nixon están hechos con las hierbas más raras, ¡prácticamente imposibles de encontrar! Será mejor que estés agradecida y se lo agradezcas a la señorita Nixon ahora mismo».

A Kallie se le revolvió el estómago. Esto no podía ser bueno. Le temblaban los dedos mientras escribía un mensaje en el teléfono. «Gracias por ofrecerse, señorita Nixon, pero ya he tomado mi medicación de hoy. Combinar medicamentos puede ser peligroso. No sería bueno que su amabilidad fuera contraproducente, ¿verdad?».

La sonrisa de Bria era afilada y su risa estaba cargada de veneno. «Para ser muda y reservada, creía que no sabías cómo engatusar a alguien. Supongo que me equivocaba. Escucha, te voy a dar un poco de esta medicina. Tómatela o asumiré que me odias».

Bria movió la muñeca. Una criada entró corriendo, con un frasco de medicina en la mano. En cuanto entraron, la habitación se llenó de un fuerte hedor a medicamento.

El embarazo ya había afectado al estómago de Kallie, debido a las náuseas matutinas. Ahora, con aquel olor sofocando la habitación, su interior se agitaba como una lavadora en centrifugado.

Kallie sabía que Bria no la envenenaría, pero ¿quién sabía lo que había en ese frasco? Si tomaba un sorbo de eso, las cosas podían ponerse feas.

Tragándose su orgullo, Kallie se arrodilló frente a Bria. Sus dedos bailaron rápidamente sobre la pantalla mientras tecleaba. «Señorita Nixon, no sé qué he hecho mal, pero le pido disculpas. Por favor, considere esto. Tengo que terminar el regalo de cumpleaños de su abuelo lo antes posible. Por favor, no me obligue a beber esto».

Bria observó a Kallie en silencio. Después de un momento, soltó un bufido. «Pues olvídalo», declaró. Kallie se sintió aliviada al instante. Sin embargo, para su asombro, Bria no había terminado.

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