La exesposa muda del multimillonario -
Capítulo 2
Capítulo 2:
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Una voz dulce y melodiosa llenó el aire. Pertenecía a la cuñada de Kallie, Melinda Reeves, que acunaba a su bebé y sonreía cariñosamente a Kallie.
«Ven a coger al bebé para que te dé suerte», le dijo Melinda. «Jake y tú lleváis cinco años intentándolo sin ninguna noticia. Es hora de acelerar el ritmo».
Todos los ojos se clavaron de repente en Kallie, afilados como cuchillos. Las manos de Kallie empezaron a sudar de ansiedad.
Melinda continuó: «Mira, nadie te culpa por tu discapacidad. Pero la dulzura por sí sola no bastará como esposa. ¿Cómo puedes cumplir con tus responsabilidades si no puedes tener hijos?».
Aplastada por la vergüenza, Kallie se dispuso a coger el bebé de Melinda. Sin embargo, otra mano la detuvo bruscamente.
Su suegra, Shirley Reeves, se apresuró a quitarle el bebé a Melinda. «Esta niña está sana. No podemos permitir que se vea afectada por la mala suerte o la enfermedad una vez que la tengas en brazos».
A Kallie se le encogió el corazón. Intentó explicarle que no era que no pudiera tener hijos. La cuestión era…
El público se quedó perplejo ante el lenguaje de signos de Kallie, y Shirley la interrumpió bruscamente. «Aunque pudieras tener hijos, preferiríamos que no los tuvieras. ¿Y si tu hijo hereda tus problemas? No podemos permitirlo».
La multitud murmuró de acuerdo: «¡Exacto, debemos pensar en el bienestar de los niños!».
Kallie sintió un frío pavor. Si ella no podía tener hijos, seguramente esa otra mujer sí. No era tan infértil como Melinda daba a entender. En una ocasión, Kallie se había quedado embarazada inesperadamente. Sin embargo, Shirley, insistiendo en que el niño podría heredar su mutismo y que Jake no querría un hijo así, la obligó a abortar.
Kallie fue incapaz de transmitirle que su mutismo se debía a una enfermedad, no a la herencia. Así que, con lágrimas en los ojos, abortó. El dolor de aquella decisión perduraba, más agudo de lo que jamás hubiera imaginado.
Melinda comentó suavemente: «Shirley, entiendo tu preocupación. Sin embargo, yo sólo he podido tener una hija, y me he enfrentado a complicaciones que pueden impedirme tener más hijos. Si Kallie no puede tener hijos, nuestra línea familiar podría terminar aquí».
Volviéndose hacia Jake con expresión suave, Melinda preguntó: «Jake, ¿qué opinas de esto?».
La atención de la sala giró hacia Jake, muchos anticipando una escena.
Era bien sabido que a Jake no le gustaba su matrimonio concertado. Un rechazo público de Kallie sin duda provocaría titulares.
Sin embargo, una actitud gélida se apoderó de los rasgos severos de Jake mientras replicaba sarcásticamente: «Estás hablando demasiado. ¿Qué quieres decir?».
La expresión de Melinda vaciló, dándose cuenta de que había cruzado inadvertidamente una línea con la persona equivocada.
Shirley intervino, intentando suavizar las cosas. «Tu cuñada sólo expresaba su preocupación por ti. Estuvo fuera de lugar que respondieras tan duramente».
Melinda bajó los ojos, su voz teñida de remordimiento. «Dean está de viaje de negocios y yo me he ocupado de todo sola desde que nació el bebé. Sólo pretendía demostrar que me importaba, pero pido disculpas si he causado alguna ofensa».
El escepticismo de Jake era palpable, su voz helada cuando dijo: «Si manejar la casa te parece abrumador, no tienes que obligarte a hacerlo».
Señaló a su ayudante, indicándole que apartara los regalos. «Mi vida personal está fuera de los límites», declaró con firmeza.
En el silencio atónito que siguió, lleno de miradas atónitas y perplejas, Jake acompañó a Kallie fuera de la fiesta.
Kallie se quedó boquiabierta y apenas se dio cuenta de lo sucedido hasta que estuvieron sentados en el coche. No había previsto que Jake la defendiera tan abiertamente.
El ceño de Jake se arrugó ligeramente, y su voz se tiñó de enfado cuando dijo: «No hagas caso de lo que han dicho».
Kallie negó con la cabeza, indicando que los comentarios no la habían afectado.
La frustración de Jake aumentó. «Entonces, en todos estos cinco años, ¿de verdad nunca has considerado la idea de que tengamos hijos?».
Kallie siempre había sido complaciente y amable, su amor por Jake incuestionable. Sin embargo, su aparente indiferencia ante la idea de tener hijos le hacía dudar de sus sentimientos.
Desde su boda, Kallie había soñado con tener un hijo en común. Sin embargo, sabía que mientras Shirley estuviera presente, seguiría siendo sólo eso: un sueño. Se preguntó si Jake estaría poniendo a prueba su deseo de ser madre.
Tras una breve pausa, Kallie finalmente hizo un gesto para dejar pasar el incidente. Temía, como había dicho Shirley, que su hijo heredara su incapacidad para hablar.
Jake la miró bruscamente. «Estás diciendo que no quieres tener un hijo conmigo. Pero, a menos que me equivoque, fuimos bastante descuidados anoche, y no has tomado ninguna medicina desde entonces.»
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